PERSPECTIVAS

¿Qué es mejor, financiar a Abengoa o dar crédito a 200 fruterías?

Gracias a Abengoa, todos vamos a pagar las consencuencias del próximo crédito a una frutería. 

Durante estas semanas estamos asistiendo a la que puede ser una de las mayores quiebras empresariales de España. Nos referimos a Abengoa y las actuales noticias del preconcurso de acreedores. 

¿Qué está ocurriendo para que se esté generando este caldo de cultivo de quiebra empresarial, plasmado en una serie de alertas por parte de esta empresa especializada en desarrollos de proyectos de energías renovables? Las señales son, como menos, preocupantes, tras la presentación oficial del preconcurso de acreedores el pasado día 27 de noviembre en los Juzgados de lo Mercantil en Sevilla. 

Lo que inicialmente se pensó como “demasiado grande para caer”, ahora sencillamente, ya se plantea como un escenario nada descartable: 

a) Se han averiguado indemnizaciones millonarias y escandalosas por despidos de antiguos directivos (11.400.000 euros), a los cuales ya se les han presentado querellas judiciales por administración desleal por parte de pequeños accionistas.
 b) Tenedores internacionales de bonos por 4.437 millones de euros han tomado posiciones para una reestructuración de los mismos, de los cuales 3.500 millones tienen un vencimiento inferior a cinco años. 
c) Se ha bajado la clasificación crediticia de Abengoa, por parte de agencias de calificación como Standard & Poors a “bono basura”, con una alta probabilidad de suspensión de pagos los próximos meses. 
d) Se han iniciado rescisiones de contratos laborales eventuales en Abengoa, así como en sus empresas participadas y filiales. 

Es desconcertante este escándalo empresarial, pero no lo es menos el hecho de que la banca acreedora, la cual refinanció a Abengoa 1.566 millones de euros en el mes de mayo, no haya previsto semejante escenario, y que ni siquiera haya provisionado previamente estas pérdidas o riesgos de impagos.

¿Tanta confianza tenían en Abengoa?¿Qué ocurriría si un emprendedor decide montar una frutería y pide una financiación al banco? La respuesta es obvia: a pesar de tener un buen plan de viabilidad y una buena idea de negocio, como para solicitar financiación crediticia, tiempo le faltaría al banco de pedirle garantías, mediante aval de todos los socios, hipoteca de máximos, garantías pignoraticias (con depósitos bancarios adicionales), y si encima se le exigen garantías alternativas con una Sociedad de Garantía Recíproca, ésta le pediría, como es natural, reaval de todos los socios, familiares, amigos y vecinos. 

¿Y si el emprendedor pasa por el aro y a pesar de todo, el proyecto sale mal, no por una falta de gestión empresarial, sino por la recesión económica actual? Pues que el banco, mediante acciones judiciales ejecutivas, y en algunos casos, con cartas de abogados, llamadas desde centralitas para recordar deudas, y empleados con actitudes que rozarían la coacción, haría lo indecible por cobrar esas deudas bancarias generadas, con lo cual, vistas las garantías facilitadas, no le sería muy difícil recobrárselas. 

Entonces, ¿por qué no se financia a más emprendedores que quieren montar fruterías y se financia a empresas como Abengoa sin que se provisionen esos riesgos, y lo que es peor de todo, sin avales o garantías que sí se piden a fruteros? Tengamos en cuenta que, de los 25.000 millones de pasivo de Abengoa, un 20% está en manos españolas, con entidades financieras que son las mismas que exigen garantías a empresarios fruteros, (y están en su derecho), pero que son más laxas a la hora de conceder préstamos a estos macroproyectos de energías renovables, visto lo visto estas semanas. Seguro que el proyecto de Abengoa tendría un “scoring predictivo” mucho mejor que el del frutero, con los departamentos de análisis de riesgos tan eficientes que manejan algunas entidades. 

De entrada, algunas de estas entidades que niegan créditos a fruteros o se los cobran vía ejecutiva y rápida, ya están sondeando “fondos buitre”, para colocarles esa deuda que tienen con Abengoa. ¿Y eso qué significa? Pues que la entidad financiera malvendería con un descuento del 50% en el mejor de los casos, a una empresa especialista en recobros, su deuda, para que ésta la intentase recuperar de alguna manera. ¡Menudo negocio! Le hubiese salido más a cuenta al banco emplear ese dinero en financiar a 200 PYMES y proyectos de nuevos emprendedores fruteros, ya que, si solo el 50% de esos proyectos fracasa, el banco se lo cobraría (en parte) con las garantías previas, y si el otro 50% triunfa, el banco conseguiría aumentar su cartera de clientes y su vinculación a largo plazo con la entidad. 

¿Cuál es el negocio, entonces, para la entidad financiera? ¿Financiar un macroproyecto como Abengoa, que ya está dejando a miles de personas en el paro, tras lo sucedido, debido a un endeudamiento elevado, o financiar a doscientas fruterías nuevas, todas ellas con nuevos empleados y con garantías bancarias lo suficientemente sólidas como para prestarle dinero al frutero mediante avales, reavales, hipotecas de máximos y “scorings predictivos” de esos? 

Pues es evidente que lo segundo. La pena es que el “scoring predictivo” que manejan ciertas entidades, para evaluar la solvencia de los proyectos de los 200 fruteros, no es lo suficientemente eficaz, y por eso se refinanció la deuda en mayo a Abengoa, seis meses antes del preconcurso de acreedores. 

Ahora todos vamos a pagar las consecuencias, como es lógico, mediante un encarecimiento o endurecimiento del próximo crédito bancario a fruteros, ya que la banca ha rechazado recientemente más financiación a Abengoa, asumiendo una quita de la deuda anterior…que se la cobrará al frutero.

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