CON PRIMA DE RIESGO

El rural y sus achaques, o como perder una buena ocasión para incentivar el desarrollo

Ourense. 22-06-2015. Personas mayores en Ourense. José Paz

El medio rural gallego, pese a todo, tiene potencial de futuro dentro de un territorio periférico 

Envejecer es una consecuencia vital donde mostramos mayores conocimientos, mayor experiencia, un mayor temple hacia los avatares de la vida, pero a la vez un mayor nivel de achaques y dependencias. Así se podría definir al campo gallego, aquel campo que era motivo de poesía, prosa y comedia de la literatura en el pasado y que ahora solo es preocupación de políticos en campaña y, evidentemente, de los propios vecinos del lugar. De aquel campo, de señoritos y campesinos, según los relatos de Castelao apenas queda nada. 

Algunos datos para el debate: las montañas del interior de Galicia, entre Lugo y Ourense, presentan los mayores índices de sobre envejecimiento de Europa. Este indicador representa el número de personas mayores de 85 años que viven en un espacio concreto. La edad media del conjunto del rural gallego se acerca a los 65 años. Por tanto los niños pequeños correteando por el pueblo se han convertido en un recuerdo histórico del imaginario de los pueblos del rural, al que se escapan algunos, con mucha suerte, en el periodo vacacional. Entre el periodo de 2008 hasta 2014 el rural gallego ha perdido a unos 55.000 habitantes en el conjunto de los 230 ayuntamientos considerados rurales de Galicia. 

Las cifras implican que hemos pasado de 805.000 habitantes en tales ayuntamientos a unos 750.719 a final del año 2014. Estas cifras colocan a Galicia como líder del deterioro poblacional con una pérdida de un 7,35%, frente al dato medio nacional de un 2%. Esta cifra se multiplica en los ayuntamientos más pequeños que alcanzan un nivel de pérdida de un 10%. La rotura del equilibrio de la pirámide de población es otro problema acuciante, la proporción de habitantes con más de 65 años (23,6%) casi duplica la de menores de 16 años (12,6%). En el medio rural, el 31,7% de los habitantes son mayores de 65 años y solo un 9,2% tienen menos de 16. Estas cifras son más débiles en el caso de ayuntamientos de menor tamaño, en los que solo el 7,4% de sus habitantes tiene menos de 16 años, mientras que la cifra de mayores de 65 escala hasta el 35,5%. Indicar que según la definición aceptada por Medio Ambiente, un ayuntamiento se considera rural cuando tiene una población inferior a los 30.000 habitantes y una densidad por debajo de los 100 vecinos por kilómetro cuadrado.

A los problemas demográficos debemos unir los problemas socioeconómicos, ya que la producción del campo ha ido perdiendo fuelle poco a poco a lo largo de los años. Y ni la PAC ha podido remediar la pérdida de la población activa en el rural. Este problema es endémico del conjunto de España. Desde 1980 a 2014 el número de ocupados en España en el sector primario se ha reducido en un millón y medio de personas, desde 2.209.000 hasta 736.000. Galicia, Andalucía y Castilla y León suman el 50% de este descenso. En la comunidad gallega, la cifra casi ha disminuido en dos tercios desde 2000. 

Entonces había 171.696 puestos de trabajo en el sector primario. En el tercer trimestre de 2015, según los últimos datos disponibles, solo 65.000. Esta evolución viene de viejo, ya que mientras en 1977, el 45% de los ocupados trabajaban en el sector primario, en 2014 lo hacía solo el 6,6%. En el sector servicios ha sucedido lo contrario: pasó de emplear al 28,5% de los trabajadores en 1997 al 70% en 2014.

Un ejemplo de la situación es el número de profesionales agrarios. Actualmente Galicia cuenta con unas 76.000 personas titulares de explotaciones agrarias, según datos IGE, de ellos más de 45.500 son profesionales que superan los sesenta años. De este modo, seis de cada diez titulares están ya por encima de los 60 años. De otra parte solo el 5% tiene menos de 40 años. En concreto, la cifra indica poco más de 3.600 titulares de explotaciones. Las personas titulares de explotaciones agroganaderas mayores de 60 años ya son la mayoría en Galicia, mientras que las menores de 40 se reducen en casi un 40% en la última década.

A mayores podemos hablar de la lacra de los incendios que destruye la riqueza de un monte no siempre bien tratado por sus propietarios. O de la prestación de servicios sociales de los cuales cada vez más la población del rural es dependiente y que aumenta los costes de las empobrecidas arcas municipales. 

Si le contásemos a un economista extranjero que Galicia infrautiliza los recursos de dos tercios de su territorio, formado por tierras fértiles, montes forestales, cuencas de agua, etc. quizá nos  llamarían locos y nos recordarían las miles de guerras en las que el ser humano mata  por un trozo de tierra o por un poco de agua. 

En conjunto, el rural abarca dos tercios del territorio de Galicia. Pero cada vez pesa menos en el PIB gallego tanto económico, como social. En fin me pregunto que nos contaría Balbino si “Memorias de un neno labrego” se escribiera a día de hoy.

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