Parte de los monasterios gallegos compaginan una vida de silencio y oración con su interés turístico

Entre el retiro espiritual y el descanso veraniego

 Uno de los monjes de la comunidad cisterciense que residen en Oseira camina en el interior del monasterio ourensano. (Foto: EFE)
Los monasterios de Galicia que durante siglos han acogido una modesta y sencilla vida cotidiana dedicada al silencio y la oración, se encuentran divididos entre los que ofrecen un ‘turismo espiritual’ y los que se han convertido en templos de lujo.
Media docena de monasterios cistercienses y benedictinos todavía ofrecen hospedaje a una minoría de personas que buscan un espacio de calma y espiritualidad entre los muros de piedra cargados de arte y de siglos de historia, alejados del mundanal ruido y del materialismo de la vida cotidiana.

El monasterio cisterciense de Ferreira de Pantón, en Lugo, que aún alberga entre sus muros una comunidad de 11 monjas de clausura, dispone de cuatro habitaciones exclusivamente reservadas a mujeres solas que deseen pasar una máximo de ocho días y compartir la comida y el silencio a cambio de una contribución económica voluntaria. ‘No están obligadas a nada, aunque se les invita a que al menos acudan a la eucaristía’, indican fuentes del monasterio que apuntaron que ‘generalmente van a su aire’ y observaron que ese tipo de hospedaje no tiene carácter propiamente turístico, sino que está encaminado ‘a la oración, el silencio y el retiro’.

El monasterio de Samos, también en Lugo, en el que todavía conviven 15 monjes benedictinos, tiene por su parte 12 habitaciones individuales para el hospedaje únicamente de hombres -en casos excepcionales, como peregrinos en ruta a Santiago- en busca de calma y espiritualidad.

La estancia en ese centro religioso establece, al menos una vez al día acudir a la oración, y pagar 25 euros por noche, que incluye una pensión completa con una sencilla dieta monacal.

Albergue de peregrinos

Samos, que se encuentra en el Camino de Santiago, dispone además de un albergue para peregrinos con 68 plazas, aunque habilita además en verano zonas para colchonetas para acoger a los transeúntes que se dirigen a Compostela o a Fisterra.

El monasterio coruñés de Sobrado dos Monxes, con una comunidad en la actualidad integrada por 24 monjes cistercienses, por su proximidad a Com postela alberga a decenas y hasta cientos de peregrinos del Camino de Santiago, pero dispone también de hospedaje para los que buscan un remanso de paz.

Dispone de 74 camas en 30 habitaciones dobles y 14 individuales -el más grande de Galiciay otras 20 con baño compartido para quienes buscan la calma y el sosiego característicos de esos centros religiosos católicos, pero a diferencia de los otros dos de la orden cisterciense, aloja a familias o parejas. ‘El que viene aquí nunca iría a un hotel de Torremolinos’, dijo un responsable de la hospedería en ese establecimiento que cobra en verano el módico precio 30 euros por persona a pensión completa.

Ese monasterio milenario acoge durante todo el año a personas o grupos que buscan la meditación o religiosos que se retiran para una reflexión espiritual.

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