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Cuando caminar se convierte en una actividad refrescante

Dicen que un sol agobiador sirve para apreciar una buena sombra. Aunque el anticiclón de Las Azores parece que nos da una pequeña tregua, las rutas de senderismo por paisajes umbríos están ganando enteros este verano. Por suerte, en Galicia, no hay que recorrer muchos kilómetros para encontrar uno.

L os ríos constituyen el principal refugio para caminar por senderos alejados del agobiante calor. La vegetación de ribera y el refrescante murmullo del agua contribuyen a una plácida caminata que puede realizarse en cualquiera de las cuatro provincias gallegas. Las Fragas do Eume en A Coruña, el Miño juvenil en Lugo, el corto pero interesante curso del Lérez en Pontevedra y  el Arnoia y sus afluentes en Ourense son algunas de las posibles opciones.

Antiguos caminos empleados por los pescadores han sido recuperados para la prácica del senderismo hoy día. Una de las más famosas es la que sigue el último tramo del río Mao antes de desaguar en el Sil, en el término municipal de Parada de Sil, mediante un sistema de pasarelas de madera de casi dos kilómetros. Pero en el Miño, también lo encontraremos, por ejemplo, entre Salvaterra y Arbo, sobre viejos caminos que daban servicio a los pescos de lampreas y a los mejores emplazamientos para la pesca con caña. Aguas abajo, ya en O Rosal, existe otras rutas que seguían los pescadores tanto a orillas del último tramo del Miño como en su afluente el Tamuxe.

Los caminos jacobeos a Compostela también ofrecen fragmentos refrescantes, que agradecen los peregrinos. De hecho, una vez traspasado el Cebreiro, se pone fin a interminables etapas a pleno sol y se abren oasis de refrescantes pasajes por bosques y orillas de ríos, como sucede en Palas de Rei. Tanto el Camino Francés como el Mozárabe son más generosos en estos tramos sombríos.
Uno de los atractivos de algunas rutas fluviales es el paso por pequeñas y grandes cascadas y las pozas que éstas provocan tras siglos batiendo el agua sobre el fondo de su caída.

En Melón, las pozas y la fervenza de Tourón conforman uno de los conjuntos más atractivos. Si nos vamos a la provincia de Pontevedra, una ruta nos lleva desde el Monasterio de Carboeiro, en Silleda hasta la Fervenza do Toxa, en la frontera con Vila de Cruces. En A Coruña, la ruta das Férvedas de Carballo permite en un mismo recorrido encontrarse con tres y los torrentes do Mácara, en Palas de Rei nos acercan, primero al castillo de Pambre y a un juvenil río Ulla que recorre precipitadamente su trazado por este municipio lucense. Cualquiera de las cuatro es apta para todos los públicos.
 

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