EL DESTINO

La India más espiritual

c5b25ea6-e84c-4f32-9fae-af5c5760f57a_result

La magia y la espiritualidad suelen acompañar al viajero a este abarrotado país de más de 1.200 millones de habitantes, en el que conviven dioses, marajás, tribus, vendedores ambulantes, yoguis y vacas sagradas

Determinado por arraigadas tradiciones culturales y una marcada religiosidad, la India atrapa al viajero con palacios, templos, colorido, diversidad, y un sabor enriquecido por un sinfín de especias.

A su paso por Nueva Delhi, el turista puede contemplar la Puerta de la India, un monumento nacional que rinde homenaje a los soldados indios que murieron en la Primera Guerra Mundial y en la tercera guerra afgana, y simboliza el acceso a los misterios que alberga el país. El Fuerte Rojo o Lal Quila es otro de los enclaves más visitados de la capital, formado por un conjunto de cúpulas y torres erigidas en siglo XVII, contrasta con las caóticas calles de Chandni Chowk, la vieja ciudad amurallada de Delhi, caracterizada por sus aglomeraciones de comerciantes, autorickshaws -popular medio transporte de tres ruedas-, puestos de comida y bazares.

La plataforma de mármol negro donde Mahatma Gandhi fue incinerado tras su asesinato, el Raj Ghat, es otro reclamo de la capital. Junto a él, el templo del Loto, una joya de la arquitectura con forma de flor; o la mezquita dorada de tres cúpulas denominada Sunehri Masjid.

Muy cerca, en la ciudad de Agra, se encuentra uno de los mausoleos más visitados del mundo: el Taj Mahal. Patrimonio de la Humanidad y una de las Siete Maravillas del Mundo.

Las joyas arquitectónicas de la India se mezclan con la cultura y las tradiciones de la milenaria ciudad de Benarés o Varanasi, una de las más antiguas del mundo. Situada a orillas del río Ganges, se considera una urbe sagrada, visitada por peregrinos de todo el país que se agolpan en sus ghats -escaleras que conducen al río- para purificarse en sus aguas. A sus espaldas, el turista puede perderse entre laberínticas calles de colores habitadas por templos, vacas sagradas y sadhus -santones hindúes vestidos de color naranja-.

El estado de Rajastán está repleto de palacios y tesoros que se concentran en Jaipur, la popular “ciudad rosa”; Udaipur, enmarcada entre lagos azules y palacios de mármol blanco; o el desierto de Jaisalmer, por el que se pueden realizar safaris en camello.

Además, los turistas que viajan con tiempo pueden acercarse a la costa occidental del país y visitar su capital económica, Bombay, que cuenta con atractivos turísticos como el británico barrio de Colaba, repleto de cafés, boutiques y museos. Y, para refugiarse de las urbes y el caos, el viajero encuentra la calma en los backwaters del sureño estado de Kerala, una red de 9.000 kilómetros cuadrados de canales, lagos y lagunas interiores que discurren en paralelo al litoral y que conforman un frondoso paisaje de cocoteros, arrozales y plantaciones de anacardos.

Te puede interesar