Hace ya unos cuantos años que me habían hablado de este pequeño bar muy cerca de la redacción del periódico.
Me habían comentado que tenía un menú verdaderamente económico, variado y trabajado a conciencia por una cocina de elaboración sencilla y muy casera. Así que me decidí esta semana a ir a probarlo.
El día había amanecido frío pero a mediodía ya hacía bastante calor. Supongo que esas cuestiones las tuvo en cuenta la cocinera y ofrecía entre su amplio surtido de primeros, sopa, jentejas, fabada, ensalada de pasta, ensaladilla y entremeses y en los segundos, merluza rebozada o a la plancha, costillas asadas, milanesa de pollo y algunas cosas más. Igual de surtido era el postre: flan, tarta de queso, tarta de manzana, frutas variadas... Todo por ocho euros, incluyendo el pan y la bebida.
No me extraña que tuviese tanta concurrencia, la mayoría, trabajadores del entorno y por lo que pude deducir por la manera en la que conversaban con la propietaria, habituales, de los que se sienten como en casa a la hora de comer. Yo creo que incluso la variedad de platos que conforman el menú va encaminado a satisfacer los gustos de sus comensales, como una madre que mima a su familia.
En fin. No esperéis grandes lujos ni en el comedor ni en los platos. Pero sí podréis disfrutar
de una comida bien elaborada, sencilla y económica, muy acertada para un menú pensado para trabajadores que comen allí a diario. Un menú además, equilibrado. A la ensaladilla que tomé le sobraba un poco de mayonesa, pero en cambio la merluza me pareció excelente. Jugosa, de buena textura y sabor y bien frita, acompañada con unas patatas y una ensalada con lechuga y tomate que me supo a gloria.