El Gobierno británico intentó justificarse asegurando que 'es imposible controlar a todo el mundo'

Los dos asesinos islamistas de Londres estaban fichados

La madre, el padrastro, la mujer y la suegra de Lee Rigby, durante la rueda de prensa. (Foto: DAVE THOMPSON)
Scotland Yard prosiguió ayer la investigación del brutal ataque a un soldado británico en Londres, mientras el Gobierno se defendió de que los servicios secretos tuvieran fichados a sus asesinos, dos supuestos radicales islamistas. La Policía Metropolitana interrogó al hombre y la mujer de 29 años que fueron detenidos el jueves como supuestos cómplices en el asesinato el miércoles del militar Lee Rigby en el barrio de Woolwich. Finalmente, la mujer quedó en libertad.
La muerte de Rigby, de 25 años, conmocionó al Reino Unido y dio pie a temores sobre la convivencia entre las distintas comunidades, por lo que las autoridades, tanto políticas como religiosas, hicieron nuevos llamamientos a la unidad.

Los servicios de seguridad afrontarán una investigación parlamentaria tras confirmarse que los dos sospechosos, los británicos de origen nigeriano Michael Adebolajo y Michael Adebowale, de 28 y 22 años, ya estaban fichados desde hacía ocho años por las autoridades. Ambos, detenidos poco después del asesinato y filmados por viandantes, se encuentran bajo vigilancia policial en dos hospitales diferentes de Londres, donde ingresaron por heridas de disparos de los agentes, y su condición es estable.


INVESTIGACIÓN

Aunque el primer ministro, David Cameron, no quiso dar detalles de la investigación, su Gobierno tuvo que salir al paso de algunas críticas divulgadas ayer por los medios de comunicación. El ministro británico de Comunidades, Eric Pickles, dijo a la BBC que, si bien se llevará a cabo una investigación de la actuación de los servicios secretos, es 'imposible controlar a todo el mundo todo el tiempo' aunque los responsables estuvieran fichados. 'He visto a expertos en seguridad explicar lo difícil que es, en una sociedad libre, poder controlar a todo el mundo', observó.

Instantes después de que Rigby cayera abatido, uno de sus supuestos agresores, con las manos ensangrentadas y un machete, se dejó grabar por una cámara a la que justificó el delito en nombre de Alá, lo que provocó algunos incidentes, como asaltos a mezquitas, en el Reino Unido. Uno de ellos se dio en la noche del jueves en un centro islamista situado en Belfast (Irlanda del Norte), que fue atacado con una botella llena de pintura, según informó el Servicio de Policía de Irlanda del Norte (PSNI), que lo considera una posible agresión xenófoba.

Mientras las pesquisas continúan, el arzobispo de Canterbury y primado anglicano, Justin Welby, compareció ayer junto al Consejo Musulmán británico en Leicester (Inglaterra) para asegurar que el brutal asesinato del soldado por supuestos radicales islamistas 'no dividirá a las comunidades'. También el viceprimer ministro británico, Nick Clegg, envió otro mensaje de unidad a la ciudadanía al alertar, en una visita a un centro multiconfesional del norte de Londres, de que el propósito de los agresores es 'diseminar la semilla del miedo y la división'.

Ante los temores de que el crimen abra una brecha entre las distintas comunidades que cohabitan en el Reino Unido, el líder liberaldemócrata rindió tributo a los líderes musulmanes que se apresuraron a condenar con 'mucha contundencia y claridad' el asesinato nada más producirse.

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