La principal metrópoli de Pakistán, la ciudad portuaria de Karachi (sur), se encuentra paralizada por la peor ola de violencia étnica y política de este año, que en una semana se cobró al menos 72 muertos y un centenar de heridos.
Tras la jornada negra del martes, con 30 víctimas mortales en diversos disturbios y ataques, otras tres personas fueron tiroteadas ayer durante el día por hombres armados no identificados, informó una fuente policial. En medio de la tensión, algunas voces instaron al Ejército a intervenir en la capital financiera de Pakistán, donde la seguridad se ha deteriorado notablemente este año, pero el primer ministro paquistaní, Yusuf Razá Guilani, descartó esta opción y pidió unidad política para hacer frente a la situación.
'Deberíamos sentarnos todos juntos para preparar una estrategia conjunta y derrotar a los elementos insurgentes', subrayó Guilani, según un comunicado, tras haber telefoneado a su titular de Interior, Rehman Malik, y a las autoridades de la provincia de Sindh, cuya capital es Karachi.
Los sucesos violentos comenzaron el pasado jueves.
'Deberíamos sentarnos todos juntos para preparar una estrategia conjunta y derrotar a los elementos insurgentes', subrayó Guilani, según un comunicado, tras haber telefoneado a su titular de Interior, Rehman Malik, y a las autoridades de la provincia de Sindh, cuya capital es Karachi.
Los sucesos violentos comenzaron el pasado jueves.