La estación intermodal de Ourense, un suplicio para los usuarios

Sin marquesina la espera es un suplicio haya lluvia o sol.
photo_camera Sin marquesina la espera es un suplicio haya lluvia o sol.
La reforma de la estación intermodal de Ourense realizada en 2019 no contempló las necesidades de los viajeros

Si los usuarios del tren protestan en Madrid por las molestias que causan las obras cuando llegan a Chamartín-Clara Campoamor, en Ourense se enfrentan a una situación todavía peor, a pesar de que aún no ha comenzado la construcción de la intermodal.

La estación de A Ponte, que ha superado los dos millones de viajeros anuales en 2023 (2.082.576) -llegaron o salieron a bordo de 15.942 trenes-, se ha convertido en un suplicio para los usuarios,  mucho mayor incluso que el de Chamartín. La sala de espera es un cubículo acristalado casi siempre lleno. La falta de una marquesina en la plaza de acceso obliga a los viajeros a esperar al sol o a la lluvia para ser recogidos, totalmente desprotegidos.

Adif ha declinado sistemáticamente la realización de ese elemento de protección a pesar de las reiteradas peticiones. El elemento tendría que haber estado integrado en el proyecto de remodelación de vías y andenes llevado a cabo en 2019 para adaptar la estación a la llegada de los trenes de alta velocidad. La cuantía de su construcción habría sido un mínimo incremento a los casi 16 millones de euros con los que fue licitada una obra que tenía una finalidad provisional, puesto que se verá sustituida con la construcción de la nueva estación.

La falta de protección frente a los elementos atmosféricos no solo afecta a los viajeros al salir de la estación. Para los usuarios de los trenes AVE esto ya se produce nada más bajar del tren porque la marquesina del andén es más corta que el propio tren y deja a la mayor parte de los viajeros fuera de su amparo en días de lluvia o de sol.

El estacionamiento subterráneo, que con la terminal de autobuses es la única actuación ya concluida de la que será la intermodal, fue proyectado con un aforo muy por debajo de las necesidades reales. No ya de la futura estación, sino de la actual, como lo acredita el hecho de que casi siempre se encuentre al completo. Una de las causas es el hecho de que el administrador ferroviario no habilitó un recinto específico a las empresas de coches de alquiler, que copan un importante número de plazas.

A los inconvenientes que sufren los viajeros por esta situación hay que añadir los que se derivan de las obras en el tramo Ourense-Monforte, que obliga a un trasiego de los andenes a los autobuses para hacer transbordos en los trenes a Lugo, Valdeorras, Ponferrada o Barcelona desde noviembre de 2022. Estos transbordos del ferrocarril al autobús seguirán al menos hasta después del verano.

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