El enemigo público número uno de Estados Unidos y el terrorista más buscado del mundo se ocultaba en un complejo residencial de lujo

Una operación militar de película abate en Pakistán a Osama Bin Laden

Residencia en la que se ocultaba Osama Bin Laden, situada en una zona residencial de la localidad de Abottabad, a 120 kilómetros al norte de Islamabad. (Foto: T. MUGHAL)
La operación del comando de elite estadounidense que acabó con la muerte del líder de Al Qaeda, Osama Bin Laden, en una mansión en Pakistán se llevó a cabo con una gran precisión y una espectacularidad digna de un guión de Hollywood. El pistoletazo de salida se recibió el viernes por la mañana, cuando el presidente de EEUU, Barack Obama, firmó antes de emprender viaje a Alabama la autorización para que un pequeño grupo de soldados de la Fuerza de Operaciones Especiales de la Marina (SEALS) intentara capturar a Bin Laden, vivo o muerto, según explicaron diversos altos cargos de la Administración.
Seis meses antes, la CIA había conseguido localizar al emisario de confianza de Bin Laden, de quien hasta entonces se desconocía hasta el nombre y del que se sospechaba que se ocultaba junto a su jefe. Era la etapa final de un proceso que se inició hace casi cuatro años, cuando se empezó a empezó a seguir la pista sobre una de las personas que formaban el círculo más íntimo de colaboradores de Bin Laden, en concreto uno de sus 'correos' o asistentes. La pista surgió de los interrogatorios a los que fue sometido Jalid Sheij Mohamed, considerado el cerebro de los ataques del 11 de septiembre y uno de los más estrechos colaboradores de Bin Laden. La CIA obtuvo una información similar del sucesor de Mohamed, Abul Faraj al Libi.

El emisario residía en un complejo valorado en un millón de dólares en Abbottabad, en las cercanías de Islamabad y claramente construido para albergar a un objetivo mucho más valioso que un simple correo: tenía dos puertas de seguridad, gruesos muros de seis metros de altura rematados con alambre de espino y el edificio no contaba con conexión telefónica ni internet. Sus habitantes no guardaban ninguna relación con sus vecinos y quemaban su basura, en lugar de tirarla.

Poco a poco, los agentes de la CIA se convencieron de que quien se encontraba en la mansión era el propio 'número uno' de Al Qaeda. Obama encabezó no menos de cinco reuniones con su consejo de seguridad nacional para analizar los datos recabados por los servicios de inteligencia.

Las posiciones eran dispares: no era seguro al cien por cien que se tratara de Bin Laden, aunque según el consejero de la Casa Blanca para la lucha contra el terrorismo, John Brennan, se trataba de la pista más sólida 'desde Tora Bora', cuando hace diez años EEUU tuvo contra las cuerdas al líder terrorista en Afganistán. Algunos de los asesores abogaban por usar aviones espía, para no poner en peligro vidas estadounidenses. Otros preferían enviar a los SEAL, una opción más arriesgada pero con más garantías de éxito. Finalmente, Obama optó por esta última.

El mandatario siguió la operación el domingo desde la Sala de Crisis de la Casa Blanca con sonido e imágenes en directo. Según admitió Brennan, fue 'uno de los ratos de mayor ansiedad en la vida de cualquiera de los que estuvimos allí'. Los nervios quedaron a flor de piel cuando uno de los dos helicópteros enviados a cubrir la misión sufrió un problema técnico.


EL ENFRENTAMIENTO

El comando entró en la residencia sin tener una idea exacta de lo que iba a encontrar. Al ser conminados a entregarse, los terroristas optaron por abrir fuego. Según Brennan, el propio Bin Laden utilizó como escudo humano a una de sus esposas, que resultó alcanzada por las balas. Murieron otros tres varones, identificados provisionalmente como uno de los hijos adultos de Bin Laden; el correo que sirvió para localizar al líder terrorista y al hermano de éste. Dos mujeres quedaron heridas.

El comando utilizó el helicóptero que quedaba operativo para abandonar el complejo y llevarse el cadáver de Bin Laden. En total, la operación duró cuarenta minutos.Todos salieron en un aparato. El otro se quedó en el lugar. El cuerpo de Bin Laden se trasladaba primero a Afganistán y posteriormente, al portaaviones estadounidense Carl Vinson, en el mar de Arabia, donde se prepararon los restos y se les dieron sepultura en el mar siguiendo los ritos y la tradición islámica, para evitar que su tumba se convirtiera en centro de peregrinación y ante la dificultad de encontrar un tercer país que quisiera aceptar el cadáver. Además de la comparación de fotografías, las pruebas de ADN contrastado con otros miembros de la familia de Bin Laden demostraron al '99,9 por ciento' que se trataba del terrorista.


CONTRA LA 'SHARIA'

Sin embargo, pese a lo afirmado por fuentes norteamericanas, el experto en estudios islámicos de Al Azhar, la institución más prestigiosa del islam suní, Abdel Moti Bayumi, aseguró ayer que arrojar un cadáver al mar contradice la 'sharia' (ley islámica). El experto explicó que la 'sharia' sólo permite en algunas excepciones enterrar a los muertos lanzándolos al mar, como por ejemplo si el fallecimiento se produce en un barco y el cadáver puede pudrirse.

'Parece que ellos (los estadounidenses) tienen otros pretextos u otros motivos, que les han hecho temer que se convierta la tumba en un lugar de peregrinaje, pero este pretexto no es suficiente', subrayó Bayumi. Este acto es una nueva burla de EEUU a la 'sharia', según Bayumi, que indicó que la manera de entierro no afecta al juicio divino o castigo del muerto, pero sí va a afectar a sus seguidores, que tendrán otra motivación para vengarse de EEUU y sus aliados.

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