El nuevo primer ministro deberá afrontar severos ajustes y reformas para cumplir con la UE y el FMI

Passos promete combatir la crisis portuguesa con realismo

Passos Coelho, en su primer discurso como primer ministro, en presencia de Cavaco Silva. (Foto: MIGUEL A. LOPES)
El gabinete de coalición de centro-derecha encabezado por Pedro Passos Coelho y compuesto por once ministros gobierna desde ayer Portugal con el cometido de superar la peor crisis económica de los últimos 35 años de democracia lusa. Passos Coelho, líder del Partido Social Demócrata (PSD, centro-derecha), sustituyó en el cargo de primer ministro al socialista José Sócrates (2005-2011) tras tomar posesión de sus funciones en una ceremonia celebrada en el Palacio de Ajuda, en Lisboa, que estuvo presidida por el jefe del Estado luso, Aníbal Cavaco Silva.
En su primer discurso dirigido a la nación como primer ministro, el dirigente conservador, de 46 años, se centró en la crisis económica que atraviesa el país y se comprometió a combatirla 'sin optimismos vacíos ni fatalismos estériles' y con la convicción de que Portugal 'no puede fallar'. 'Aumentar la tasa de ahorro se convirtió en un imperativo económico de primer orden para la recuperación de la economía', subrayó el Passos Coelho, quien lidera una alianza gubernativa con los democristianos del CSD-PP que le asegura la mayoría absoluta en el Parlamento (132 de 230 escaños).

El mandatario afirmó que cumplirá su compromiso con los acuerdos alcanzados por Portugal con la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional (FMI) a cambio de su ayuda financiera, valorada en 78.000 millones de euros, lo que obligará a su Gobierno a aprobar severos ajustes y reformas.


OPOSICIÓN AL AVE

El nuevo Ejecutivo tiene además pendientes varios proyectos heredados del anterior Gobierno socialista, entre ellos el tren de alta velocidad (AVE) entre Lisboa y Madrid, al que el propio Passos Coelho se opuso durante la campaña de las elecciones del 5 de junio por considerarlo un gasto innecesario en tiempos de crisis.

El presidente luso, el histórico dirigente conservador Cavaco Silva, alertó en su discurso de los difíciles desafíos que afronta el país y repasó las deficiencias de la economía en los últimos años. En su cruda intervención, Cavaco recordó que el 'débil crecimiento' del PIB portugués -uno de los más bajos de todo el mundo en la primera década del siglo XXI- alejó al país de la media europea 'mientras al mismo tiempo crecía el peso del Estado' en la economía, lo que derivó en una 'pérdida de competitividad' y en el aumento 'del endeudamiento externo'. Apuntó también los problemas para acceder a financiación del Estado y del sistema bancario, así como el incremento del desempleo, que ya supera el 12 por ciento.

Todo ello desembocó en una 'situación de emergencia' que hizo 'inevitable' el recurso a la ayuda externa, según el jefe del Estado luso, quien advirtió además del 'coste catastrófico' que tendría un hipotético incumplimiento por parte de Portugal de sus compromisos internacionales. Uno de los primeros pasos del nuevo Ejecutivo fue precisamente la celebración de una reunión liderada por el nuevo ministro de Finanzas, el independiente Vítor Gaspar, con la UE y el FMI, sobre la que no trascendió información.

Entretanto, se iniciaron los trabajos parlamentarios de la décimo segunda legislatura con la elección como presidenta de la Asamblea portuguesa de la conservadora María da Assunçao Esteves.

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