Está visto que en esta ciudad lo que impera es la ley de la jungla. Las normas parece que están destinadas a que las cumplan los ingenuos, que damos hasta cuatro vueltas a la manzana buscando aparcamiento. A conductores así les deberían dar un buen escarmiento porque en la calle Vila Valencia esto sucede un día sí y otro también. No les llega aparcar en línea amarilla, sino que lo hacen en batería y ocupando toda la acera.