RIBEIRO, IMÁGENES CON HISTORIA

La calle Ancha de Ribadavia

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photo_camera Descubrimiento, en 1923, de la placa en honor a Leopoldo Meruéndano Arias.

La calle Ancha en Ribadavia recibía tal nombre por ser la de máxima envergadura de las cinco que convergen en la Plaza Mayor.

La calle Ancha en Ribadavia recibía tal nombre por ser la de máxima envergadura de las cinco que convergen en la Plaza Mayor. Situada en las proximidades donde se ubicó la puerta de la muralla denominada de Santo Domingo, fue este vial quien enlazó el Progreso con el centro neurálgico de la Villa. En la alcaldía de don Benito Puga (1914) se procedió al empedrado de la misma que proseguiría hasta el paseo central de la Plaza, y durante un tiempo llevó el nombre del ribadaviense que fue ministro de Fomento en la I República: Eduardo Chao.

Por su privilegiada situación estuvo siempre habitada y concurrida. Aquí comenzó su trayectoria en la última década del XIX el semanario El Obrero, tuvo su sede el célebre colegio de don DomingosVázquez y aún se conserva el edificio de la rectoral de La Magdalena, que tras la desaparición de las históricas cuatro parroquias, fue la sede de la primera de santo Domingo.

En las fiestas del Portal era el vestíbulo por el cual las bandas invitadas, recibidas en la estación por La Lira, llegaban a la Plaza acompañadas por una disciplinada concurrencia vecinal. Por ello expuso aquí en las fiestas patronales de 1917 el joven Mario González, hijo del reputado ebanista don Aquilino, un bonito aeroplano de su autoría equipado con todo “lo último” en esa clase de aparatos incluyendo su piloto, una hermosa muñeca vestida con elegante traje de chaufer y el funcionamiento de la hélice por medio de fuegos de artificio, constituyendo uno de los mejores números del programa de aquel año.

Pese a su relativa amplitud tiene un corto recorrido, lo que no fue óbice para que en tan breve espacio se recuerde hoy a dos regidores locales vecinos ambos de la calle Ancha: Eduardo García Penedo y Leopoldo Meruéndano Arias. Don Eduardo oriundo de Avión, era abogado de profesión. Mientras estuvo al frente de la alcaldía pagó las deudas a los acreedores del municipio, se instaló el alumbrado público en forma de gas y formó la Cruz Roja en la Villa. Tras dejar la política fue presidente de la sociedad La Tertulia. El periódico El Avia Ilustrado lo define como “abogado distinguido y orador elocuente”.

Don Leopoldo, ribadaviense de nacimiento y también letrado, se hizo cargo de la alcaldía en 1899. Dos años más tarde El Ribadaviense comenzó una campaña para que la calle Ancha, una calle sin etimología, decía, lleve el nombre de Leopoldo Meruéndano. A lo largo de las semanas el rotativo, haciendo balance de las realizaciones al frente del consistorio, se preguntaba a modo de editorial, ¿Quién trajo el alumbrado eléctrico? ¿Quién ensanchó el cementerio? ¿Quién saneó las fuentes públicas y la red de alcantarillado? ¿Quién se preocupó por conseguir para el distrito una cárcel en condiciones? Un mes más tarde el señor Meruéndano, refractario a los oropeles y pompas del cargo,rehusó de forma oficial ante el secretario del ayuntamiento, señor García Espinosa, dicho cambio. Pero la idea no cayó en el olvido ya que don Leopoldo unía junto a su actividad profesional y las funciones del cargo que ostentaba, su faceta de historiador local. En 1905 deja la alcaldía y es entonces cuando dedica más tiempo a sus investigaciones y ensayos. Sus trabajos sobre La Capilla del Portal, El origen y vicisitudes de las Cuatro Parroquias y los dos Conventos, El Fuero Municipal, junto con la biografía de nuestro paisano el teólogo Tomás de Lemos y el opúsculo titulado Los Judíos, lo convirtieron en el referente obligado sobre nuestro pasado en las primeras décadas del siglo XX.

Tras su fallecimiento (1920) la corporación retomó la idea de asignarle una calle. Los ediles del momento, recordando tal vez aquella rotunda declaración “con luz y taquígrafos” rechazando honores personales, optaron por destinarle la rúa en la que había nacido y que desde entonces, se convirtió en la más corta de las de la Vila con solo cinco portales, a la que sigue en la lista de exiguas la de su vecino y colega García Penedo, que no alcanza más que seis inmuebles. A mayores, el ayuntamiento acordó dedicarle una lápida en la que fue la casa familiar.

La fotografía que ilustra este artículo nos muestra el día en que se descubrió el rótulo en el que reza: Aquí vivió y murió el culto abogado d. Leopoldo Meruéndano Arias,Alcalde modelo de esta Villa. El ayuntamiento acordó dedicarle esta lápida a su buena memoria. Era el mes de junio de 1923 y en el anuncio de la farola de la derecha podemos leer que en el cine de d. Jesús “echaban” una de intriga “El misterio de los 13”.

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