El obispo Luis Quinteiro presidió en Ribadavia un encuentro con sacerdotes y monjas de la provincia

Los misioneros diocesanos abogan por un ‘mundo solidario’ con los países más pobres

Los misioneros posan delante de la capilla de la Virgen del Portal. (Foto: Marcos Atrio )
Un grupo de nueve misioneros de Ourense procedentes de diferentes países compartieron ayer en Ribadavia una jornada de intercambio de experiencias. El obispo de la Diócesis, Luis Quinteiro Fiuza, acompañó a los sacerdotes y monjas en una misa oficiada por la tarde en la capilla de la Virgen del Portal, patrona de O Ribeiro. Un coloquio previo en los salones del Club Artístico de la villa sirvió para reivindicar un trato más solidario con los paíse más pobres, donde la alimentación es precaria.
El fuerte calor que amenazaba ayer con derretir las piedras del Castillo de Ribadavia no hizo mella en el grupo de misioneros adscritos a la Diócesis de Ourense que se reunieron en la capital de O Ribeiro. Y es que procedentes de países como Venezuela, Brasil, Perú, Colombia o Angola, ya están acostumbrados a temperaturas por encima de los 35 grados centígrados.

Concretamente, fueron cinco monjas y cuatro sacerdotes los que se desplazaron a primera hora de la mañana desde la sede del Obispado para ser recibidos en la iglesia ribadaviense de Santo Domingo por los responsables de la parroquia. Misioneras y misioneros recorrieron a continuación los siete lugares de culto ubicados en el casco urbano, donde hicieron un alto para admirar la belleza de la iglesia de San Francisco y las tallas que guarda en su interior; el estilo románico de San Juan y la sencillez de la capilla que alberga a la Virgen del Portal, patrona de la villa y de O Ribeiro.

Sacrificio

Fue precisamente en este centro litúrgico donde el obispo de la Diócesis, monseñor Quinteiro Fiuza, presidió una eucaristía con el fin de recordar el espíritu de sacrificio de Cristo y valorar la entrega de las madres y padres misioneros. Previamente, los salones del Club Artístico de Ribadavia acogieron una charla coloquio, en cuyo transcurso tanto monjas como sacerdotes comentaron sus experiencias.

Allí estaban los padres Santiago Prol y Antonio García, con medio siglo de estancia cada uno en sus respectivos enclaves de Venezuela y Brasil. ‘La solidaridad de los países ricos con los pobres es clave para que los ciudadanos, sean o no cristianos, puedan vivir dignamente’, comentaron. Dolores Babarro, con 44 años entre Brasil y Angola, señaló que ‘pasar una vida sin Cristo es difícil, pero todavía es peor sin agua ni comida’.


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