OURENSE NO TEMPO

Los guardias de la porra

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photo_camera Copia original con la inscripción hecha a máquina por el propio Augusto Pacheco, cedida por su hijo Augusto

Los guardias municipales siguen ejerciendo una de sus principales misiones, que es la de ayuda y protección del ciudadano

Muchos piensan que la misión de los guardias municipales, es organizar el tráfico y multar vehículos mal aparcados; es cierto que ese trabajo ocupa gran parte de su tiempo, pero siguen ejerciendo una de sus principales misiones, que es la de ayuda y protección del ciudadano.

Con la perspectiva del tiempo pasado, me parece recordar aquellos años como más pausados, y eso permitía que se pudiera realizar incluso una función educativa, los niños pasábamos mucho más tiempo en la calle, lejos del control paterno, y alguien tenía que poner freno a nuestras hazañas.

Es posible que el tiempo tenga la culpa, pero me estoy dando cuenta de que la mayoría de los recuerdos que se agolpan en mi cabeza cuando quiero escribir sobre una fotografía, son agradables. El caso es que en ocasiones como la de hoy, me resulta complicado admitirlo.

Los de mi generación lo entenderán perfectamente. Cuando estabas jugando en el Posío, y estando de pie en las cadenas te tirabas para ver quien llegaba más lejos, ¿quién venía a cortarte el rollo?: el "guardia de la porra". Cuando en la plaza de San Marcial, como si fuéramos tarzanes de la vida, nos lanzábamos desde el muro con una soga a modo de liana, para ver quién era más bestia y hacia subir más la cuerda, ¿quién venía a confiscarnos la soga?: el "guardia de la porra". Cuando en los jardinillos de las Burgas (sin mala intención), pisábamos en nuestras carreras de polis y cacos, las plantas que formaban el escudo de la ciudad, ¿quién nos mandaba para la Alameda?: el "guardia de la porra".

Podría seguir contando “detalles de críos”; como los carros de rodamientos por la calle Desengaño, las mojaduras colectivas en la fuente de la Alameda, o los famosos partidos de futbol en plena calle (de aquellas, el riesgo no era que un coche nos atropellara a nosotros, sino que los coches aparcados llevaran un balonazo que rompiera el retrovisor o abollara la chapa). Como veis “juegos de niños”, sin más, que no veíamos los peligros, y pensábamos que a esos señores de uniforme los ponían para fastidiarnos.

Hoy , será por la edad, o como decía al principio la culpa será del tiempo, pero lo veo de otra manera, e incluso la imagen que de aquellos “ogros” tengo, es la de unos señores a los que no conseguíamos aburrir de andar tras nuestros pasos, preocupándose de evitarnos los peligros de los que éramos expertos en buscarlos

En la fotografía de don José que me presta su nieto José Carlos, podemos ver la famosa porra, que tanto nos llamaba la atención a los "salvajes" de aquella época. La fotografía es de la toma de posesión de don José allá por los año cincuenta.

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