Estamos en plena época de compras navideñas, lo que incluye también el menú, especial como corresponde a la fechas en las que estamos. Casi todos hacemos un exceso tanto en la ingesta como en el gasto. El menú tradicional se acerca a los cien euros por persona y hay productos que doblan el coste que tenían hace solo un mes.
Es la ley de la oferta y la demanda y es la escalada de consumo a la que nos hemos acostumbrado todos y que todos sostenemos. Imagínense unas fiestas sin el tropel de compras habitual. Miles de personas verían como sus empleos se pondrían en peligro porque es el mercado el que mueve el mundo.
Ahora bien, este tipo de celebraciones dispara también las desigualdades sociales, las oportunidades de sentarse a la mesa rodeados de productos que cultiven el paladar y den
rienda suelta a la gula o hacerlo con lo más básico y plato único.
Pero, no se olviden. En estas fechas, como en el resto del año, lo importante no es lo que hay sobre el mantel sino quienes se sientan en torno a él. Incluso quienes ya no están.
