La tierra ha estado ahí siempre, generosa y paciente, esperando manos, maquinaria que la trabaje y sabiduría para sacarle rentabilidad para un recurso que nos da de comer. Sin embargo, no siempre la hemos escuchado porque gran parte del territorio provincial es un inmenso páramo.
Una información de La Región recuerda que el viñedo de nuestras cuatro denominaciones de origen es el más rico de España en variedades autóctonas y que la inteligencia de muchos productores ha permitido recuperar cepas extinguidas.
La viticultura es una de las esperanzadoras excepciones al abandono de tierras de labor porque se está ganando terreno a base de plantaciones de especies autóctonas que dan personalidad a los vinos y gozan del respeto del mercado.
Como siempre, los viñedos tienen los problemas consuetudinarios: escaso tamaño de la superficie de las parcelas y pocos jóvenes para ponerse al frente de las explotaciones. Aún así, el sector está yendo hacia adelante a velocidad de crucero. El solo hecho de que camine una actividad agraria en la provincia es para descorchar una botella, brindar y degustar. Los tiempos de caerse de espalda con los matutes, por suerte quedan muy atrás.
