El pleno de diciembre aborda la sentencia al sistema de bolardos de la zona histórica y la reprobación de la oposición al presidente de la Deputación, José Manuel Baltar.
Cierto espíritu navideño, ya lo dijo el alcalde en el salón, se respiró entre los grupos políticos del Concello en la última sesión plenaria del año, si los imprevistos lo permiten. Muchos acuerdos, muchas coincidencias en los planteamientos de las propuestas, pero pocos acuerdos finales que se vayan a trasladar en medidas reales en la administración local.
Una de ellas es el pacto para terminar con el sistema de bolardos que regula el tráfico de la casco histórico y que ha salido adelante gracias a la sintonía que Democracia Ourensana y el PSdeG vienen mostrando en los últimos plenos. El Partido Popular presentó enmiendas a la propuesta, admitió la siniestralidad y las dificultades de tráfico en la zona pero sus añadidos no prosperaron en el texto final.
Otro consenso, pero esta vez unánime entre los grupos de oposición, se reflejó en la aprobación de una moción en repulsa por el caso Baltar y la consiguiente exigencia que los partidos realizaron para pedir su dimisión de la presidencia del ente provincial. Por su parte, el grupo de gobierno consideró que el debate estaba "fuera de lugar". Se trataba de una "cortina de fume", subrayó el edil José Araújo.
Esas buenas intenciones se reflejaron en las posturas comunes entorno a la propuesta de protección de toponimia tradicional, como en el derecho a la vivienda, las medidas municipales antidesahucios e incluso el cambio climático; pero no pasó de ahí: el desglose de políticas concretas ya abrió de nuevo la brecha entre los partidos.
El Concello creará una oficina de información municipal para la gestión de Inspecciones Técnicas de Edificios (ITEs), gracias a una petición socialista, y revisará el protocolo y la transparencia de las invitaciones dirigidas al Concello, tras la última y enrevesada polémica con los últimos convites oficiales a los magostos de las asociaciones.
