ENTREVISTA

‘Hay cónyuges o padres que tienen que dormir en habitaciones acorazadas'

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photo_camera Julián Pardinas, ayer en su despacho.

El fiscal delegado de Violencia de Género de Ourense, Julián Pardinas Sanz, es una de las personas que mejor conoce en la provincia el fenómeno de la violencia en el ámbito familiar

Sobre la mesa tiene los últimos datos de una lacra que se tradujo en 1.326 procedimientos judiciales el pasado año, 1.068 relativos a la violencia de género -un 12% más con respecto a 2015-. Hace 10 años rondaban los 400.

Las denuncias se han triplicado en la última década. ¿Los delitos invisibles del Código Penal ya no lo son tanto?

Hay más denuncias porque existe una mayor concienciación. Además, la estadística de hoy está depurada, se ajusta a la realidad. Y aunque lo ideal es que no hubiera ningún caso, los datos de Ourense no son malos; no son exagerados en comparación con otras provincias.

Más de mil denuncias en un año son muchas...

Sí, pero afortunadamente en ese cómputo hay muy pocos delitos graves. La gravedad intrínseca del delito está ahí, pero afortunadamente no tuvimos ninguna muerte en 2016. Hubo en 2015 (Isabel Fuentes) y anteriormente María Fátima Machado (2013), Laura Alonso (2009) o Montserrat Martínez (2001) dentro de la violencia de género. 

La media de sentencias condenatorias no llega al 60%. ¿Dónde está el talón de Aquiles?

Lo digo siempre, hay que modificar el artículo 416 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal ya que mientras la víctima no tenga la obligación de ayudarnos con su declaración (está exenta de declarar en el juicio) poco podemos hacer, porque nos quedamos sin prueba. Son delitos invisibles en los cuales, a veces, la única prueba que hay es su declaración. Si esta no coopera, no podemos conseguir una sentencia condenatoria.

¿Culpamos a las víctimas?

No. En absoluto. He descrito lo que ocurre desde un punto de vista legal si ellas no cooperan pero entiendo su situación. Son personas especiales cuya voluntad en muchas ocasiones está alterada, condicionada, coaccionada o suprimida.

¿Cree que los adolescentes son hoy en día más machistas que sus padres?

Es sorprendente y preocupante... Niñas que confunden actos de violencia y machismo con muestras de amor. Y aceptan el control de los chavales, pensando que así las quieren más.

¿Las órdenes de protección funcionan? Se lo pregunto por los muchos quebrantamientos que hay.

Pienso que hay menos quebrantamientos. Al maltratador se le lee la cartilla en la comparecencia y sabe perfectamente lo que supondrá quebrantar el alejamiento, su ingreso en prisión. El pasado año se pidieron 208 y se denegaron 55.

¿Con menos posibilidades para salir adelante solas debido a la crisis y con las redes de apoyo público debilitadas es más difícil salir de la violencia machista?

Los periodos de crisis inciden negativamente en la mujer porque aguantan más; mucha veces debido a la dependencia económica con respecto al agresor. Un arma en manos del maltratador.

¿Podemos hablar de un perfil de maltratador?

No hay perfil. Están en todas las clases sociales, niveles culturales, edades.. Ahora bien, en los análisis de los atestados ves alguna característica que llama la atención: la incidencia del alcohol; la celopatía (controladores); casos de doble personalidad, personas que son encantadoras en el exterior y cuando traspasan el umbral de la vivienda se convierten en monstruos; personas acomplejadas que emplean la violencia en el hogar para suplir sentimientos de inferioridad; personas aquejadas de estrés en un momento puntual...

Usted ya alertó hace tiempo de la falta de respuesta de los servicios sanitarios y sociales a la enfermedad mental en el contexto de la violencia familiar...

Nos llegan casos de denuncias en las que no se busca una respuesta penal sino con la única intención de internar al enfermo con patología mental en un centro psiquiátrico. Se recurre a la vía judicial para resolver un problema médico ya que cónyuges o padres llegan a temer por sus propias vidas cuando el enfermo sigue en el domicilio un tratamiento ambulatorio tras ser derivado desde el correspondiente centro médico. Hemos visto casos dramáticos en que tenían que dormir en habitaciones "acorazadas", pertrechadas con armarios, por temor a la conviencia con su hijo o cónyuge.

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