Las instituciones que dependen directamente del Obispado de Ourense, como el Seminario o la Catedral, contarán con una energía totalmente limpia tras la firma de un convenio con la empresa ourensana Solgaleo. Y el objetivo de la Diócesis es que se sumen a esta iniciativa todas sus parroquias en los próximos meses. El delegado episcopal de Economía, Raúl Alfonso González, apela a la conciencia medioambiental de la sociedad ourensana.
¿Terminará por convertirse la apuesta por el medio ambiente en una de las señas de identidad de la Iglesia?
Yo creo que ya lo es en cierto modo. El propio papa Francisco ha dedicado una encíclica a la necesidad de cuidar esta casa común, y la apuesta es decidida. Esta encíclica es la primera en la historia dedicada a la ecología, y es un referente desde un punto de vista cristiano, siendo además cuestiones que están en el candelero hoy en día. El cuidado de la vida humana, desde su concepción hasta su muerte natural, de poco vale si no cuidamos el mundo.
¿Y podemos remontarnos mucho más atrás, antes de la aparición del papa Francisco?
Ya en el primer libro de la Biblia, la creación se le entrega al ser humano como administrador, con el objetivo de que la cuide para él y también para los que vengan detrás, las siguientes generaciones. El cuidado del medio está en el ADN de la Iglesia católica, con mayor o menor intensidad según la época histórica en concreto en la que nos encontremos.
Al final, se trata para los cristianos del cuidado de la creación.
Es algo que Dios nos ha encomendado y debemos dejar para las generaciones futuras. Creo que la aportación, no importa lo pequeña que sea, por parte de cada uno y también de instituciones como la Iglesia, es aportar un granito de arena muy importante para resolver un problema global. No hay fronteras, o cuidamos juntos la tierra o esto no funciona. Todos debemos ser responsables, es necesario el esfuerzo económico y social de hasta la última persona. Por fortuna, los gobiernos están cada vez más concienciados. Si no estamos todos en una misma línea, es muy difícil.
¿Cómo se debería actuar con los países con menos recursos para impulsar las renovables?
Creo que en este asunto ocurre algo similar a lo que acontece con las políticas migratorias: los países, aunque actúen por puro egoísmo, deben darse cuenta de que o colaboran o al final la situación se volverá contra todos. No podemos dejar a nadie de lado, estas son problemáticas universales.
La Iglesia ya cuenta con una trayectoria de trabajo en lugares del mundo que no están en el foco mediático.
Y la labor de evangelización que hace la Iglesia en los países a los que a veces se les llama “el tercer mundo", llevando la fe y el evangelio, trae consigo cuidar a la persona, ya que no existe una división entre la vida de cada uno y la vida de la fe, una no puede existir sin la otra. Al final, se redunda en el desarrollo económico y social de estos pueblos y la promoción del individuo.
¿Son las renovables una inversión rentable solo a largo plazo, o ya de forma inmediata?
La actual oferta, que llega además de parte de una empresa local, no resulta más gravosa que la que teníamos hasta ahora. No saldremos económicamente mal parados.
Y, por último, ¿cuál es su objetivo como delegado de Economía?
La Iglesia tiene que sostenerse en el mundo con lo que los fieles ponen en sus manos para llevar a cabo su labor de evangelización. En este contexto, el obispo de Ourense, Leonardo Lemos, delegó en mí para el cuidado, guarda y supervisión de los bienes de la Iglesia.