La Confederación Hidrográfica mantiene un férreo control sobre la protección de los hábitats autóctonos

Guerra contra las especies invasoras

La mayor amenaza actual para los cauces de la provincia es helecho, la Azolla Filliculoides. Se ha detectado sobre todo en el río Limia.
La presencia de especies exóticas invasoras puede poner en peligro el cumplimiento de los objetivos de la Directiva Marco del Agua y la salud de los cauces de la provincia. La Confederación Hidrográfica del Miño Sil precisa que la de mayor presencia en los ríos ourensanos es la Azolla Filliculoides, un tipo de helecho, para la que ya existen los mecanismos para su erradicación. No obstante, recalca que la salud de los hábitats ourensanos es óptima, aunque requiere de vigilancia constante para evitar la predación.
Evitar la implantación de especies exóticas en los cauces de los ríos y preservar al máximo los hábitats autóctonos de flora y fauna. Este es uno de los máximos objetivos de la Confederación Hidrográfica do Miño-Sil, que mantiene firmes el compromiso de cumplimiento de los objetivos de la Directiva Marco del Agua.

Aunque son diversas las especies que amenazan a la demarcación (la almeja asiática, mejillón cebra, lucio, gambusia, perca sol, visón americano o el cangrejo americano, entre otras), lo cierto es que los ríos de la provincia, por el momento, gozan de una salud contrastada. Según Emilio Rodríguez Merino, biólogo de la CHMS, la especie que cuenta con una mayor peligrosidad para la flora autóctona es la Azolla Filliculoides, un tipo de helecho que desplaza a aquellos propios de la provincia. También cuenta con un potencial peligroso el llamado ‘jacinto de agua’, una planta ornamental a la venta para acuarios y estanques privados.

Especies tan devastadoras como el mejillón cebra (procede del Mar Caspio y se propaga a través de los cascos de los barcos, llegando a obstaculizar tuberías de suministro de agua) o el visón americano no han sido detectadas por el momento. El presidente del organismo de cuenca, Francisco Fernández Liñares, alerta también del peligro potencial que supone la llamada ‘daga española’, un tipo de caña que obstaculiza cauces y corrientes.

La base de la preservación de las especies propias se encuentra en la vigilancia y prevención. Lo más importante, según informan desde la Confederación Hidrográfica, es detectar aquellos elementos foráneos cuanto antes, con el fin de iniciar su erradicación antes de que la propagación adquiera tintes serios.

Buena salud

En cuanto a la situación de los cauces ourensanos, Emilio Rodríguez Merino la califica de ‘satisfactoria’, si bien recalca la necesidad de mantener la intensidad en la vigilancia para evitar consecuencias. Éstas se traducen en la predación de especies nativas, el desplazamiento o eliminación de especies autóctinas, la entrada de patógenos o el incremento del estrés que soportan las especies propias, así como la transformación del hábitat y de las características hidromorfológicas de los ríos. De hecho, la introducción de especies invasoras puede contar con un origen natural (se expanden por un proceso evolutivo), lo que resulta el supuesto menos peligroso para este tipo de situaciones. Según se puso de manifiesto durante unas jornadas técnicas organizadas por la CHMS durante el pasado mes, entre el 35 y 40 por ciento de la extinciones de animales documentadas en los últimos 500 años fueron por causa de especies invasoras.

ORIGEN DEL PROBLEMA

La mano del hombre globalizada

La globalización también afecta a los ecosistemas. Hoy más que nunca es más fácil que una especie invada un hábitat ajeno de la mano del hombre. La inconsciencia de los humanos se traduce, muchas veces, en el abandono en los cauces de especies adquiridas en tiendas o traídas de otros países, algo que puede acarrear graves daños para la fauna y flora, tanto por la posibilidad de dar vía libre a depredadores, como por la de introducir ejemplares enfermos que propaguen dolencias. Este factor ‘consciente’ se conjuga con la acción de la mano del hombre pero de forma involuntaria, como sucede por ejemplo con la propagación del mejillón cebra, que se transmite a través de los cascos de los buques sin que sus tripulantes lleguen a detectarlo. La concienciación, como siempre, sirve de base fundamental para evitar este tipo de situaciones.

EN LOS BOSQUES

Las acacias, una enfermedad crónica

Los bosques no se salvan de la irrupción de especies exóticas. Es lo que sucede con la acacia, una especie originaria de Tasmania, de rapidísima propagación y cuyas semillas pueden estar en período de latencia durante 50 años. La asociación Ridimoas, uno de los referentes del ecologismo en la provincia, mantiene en propiedad un monte O Ribeiro, que va ampliando con las aportaciones de sus socios. Su vicepresidente, David Rodríguez, alerta que la metodología que sigue Ridimoas para su erradicación dura tres años (talas y herbicidas), tras los cuales es necesaria una intensa vigilancia ‘para evitar a metástase desta enfermidade crónica, que no Ribeiro é unha triste plaga’. En cuanto a la colaboración de las administraciones, David Rodríguez señala que sí existe, aunque el mayor esfuerzo debe recaer en los propietarios de los montes.





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