La fiesta de las calabazas, de los espíritus, de los fantasmas y de las brujas llegó puntual a su cita en la ciudad y en algunas otras localidades de la provincia, como Xinzo. La Praza Maior de Ourense se llenó de gente pese al frío.

La hora bruja del Samaín

La Praza Maior de Ourense se llenó de familias dispuestas a disfrutar de la noche del Samaín. (Foto: FOTOS: XESÚS FARIÑAS)
En Galicia y en Ourense el Halloween americano se convierte en Samaín, una tradición ancestral -dicen que con origen en el mundo celta- que también incluye calabazas, disfraces de brujas y fantasmas, y mucha fiesta de tarde en el casco antiguo de la ciudad de As Burgas.
Además, al ser ayer fiesta en el ámbito de la educación -no había clase, por tanto-, alumnos y padres acudieron en masa a la Praza Maior para disfrutar de los talleres de elaboración de calabazas y de la posterior procesión por las calles de la ciudad monumental.

La cita era a partir de las cinco de la tarde, cuando comenzaba el taller de vaciado y tallado de las calabazas, para simular caras en su corteza y, después, iluminar su interior con velas; el aspecto fantasmagórico quedaba ya asegurado y así, afaenados con esta labor, estuvieron los escolares durante más de una hora, con la ayuda del colectivo Amencer y de la Asociación universitaria de Ciencias de la Educación, además de los artesanos de la zona. Después, la procesión llenó el casco antiguo y especialmente la Praza Maior, abarrotada pese al intenso frío que se acercaba con la caída de la tarde.

Niños y adultos celebraron así lo que en el mundo celta, mucho más antiguo que el Halloween americano, era el final de la temporada de las cosechas, origen verdadero del Samaín; es el adiós al verano y la invitación a la llegada de un nuevo ciclo de vida, el del invierno; una nueva etapa que en Ourense se prolongará durante toda la semana con el magosto, muy especialmente el próximo fin de semana, porque, además, el lunes 11 es fiesta local.

También en otras localidades de Ourense se desarrolló el Samaín, en el caso de Xinzo como un homenaje a la tierra y a los productos que de ella se recogen. En realidad, señalan que las referencias a esta fiesta son recientes pero son muchos los vecinos que recuerdan como sus abuelos ponían calabazas en los caminos a la salida del rosario de la noche, a modo de protección y homenaje a los espíritus.

Hubo, eso sí, nula actividad festiva en los colegios al no ser día lectivo. En los centros escolares, la preparación de calabazas y disfraces se adelantó al miércoles y fueron muchos los niños que acudieron o salieron de clase ya disfrazados.

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