Cada vez son más los locales de copas que por la noche acondicionan sus exteriores para retener a la clientela que fuma

La ley antitabaco recupera las terrazas para el invierno y agota las estufas setas

El parasol ha dejado de ser un complemento de verano.
La Ley antitabaco le ha dado la oportunidad de debutar en invierno. Y lo ha hecho a lo grande. En adelante, actuará todo el año: estará abierto en lo peor de julio y agosto y desplegado durante lo más duro de enero, febrero... Lo que duren las adversidades meteorológicas. Bajo la lluvia de la noche ourensana se han multiplicado. 'Esto nos está salvando', admite José, que al abrigo de uno de ellos sobrevive al achicamiento del espacio para fumadores. Y es que una ley que se coció de día, en largas y tal vez soporíferas sesiones en una comisión del Congreso, ha terminado por desestabilizar la noche en miles de recónditos bares, pubs y discotecas. 'En mi caso, he variado mi forma de salir por las noches', asegura Carolina, mientras apura su cigarro bajo el parasol de un local de copas de la ciudad. 'Es una cortada de rollo salir cada poco para echar un pitillo', añade. 'Tengo que coger la copa, vestir la cazadora, si estoy sentada perder mi asiento, y exponerme al frío y la lluvia'. A su lado, José gesticula y resopla. Al fin, interviene: 'Yo creo que fumo más ahora que cuando estaba permitido hacerlo dentro. Más -puntualiza- y peor, porque fumo con una ansiedad tremenda. El cigarro no me presta como antes'. Es cierto: las caladas son rápidas y largas, y los cigarrillos se apuran hasta que agonizan.

En el interior de un conocido local de la plaza de Santa Eufemia, uno de los camareros admite que no tiene ni idea de qué va a hacer su jefe con tanto cenicero. Ahora se usan tres para las meses exteriores, y 'uno más para llevar las monedas en la bandeja y cobrar a los clientes'. El resto, han desaparecido. Apenas hay cuatro operativos de una flota que antes superar la veintena. ¿Qué va a ser de ellos? El camarero se encoge de hombros. 'Eso hay que hablarlo con el encargado'.

María fuma y mira cómo llueve. Porque ahora 'tenemos dos problemas: el cigarro y el tiempo'. La entrada en vigor de la ley el 2 de enero ha coincidido con una semana de lluvia fina y constante. No hace frío, pero lo hará. De ahí que el parasol haya encontrado un aliado perfecto en la estufa portátil de terraza. También denominada 'champiñón' o 'seta', ha tomado el exterior de numerosos locales. En Comercial Gustey, empresa afincada en Coles y dedicada a la instalación y mantenimiento de calefacciones, uno de sus propietarios, Juan Rodríguez, admite que en este momento el género está agotado. 'La distribuidora andaluza que nos surte estas estufas no ha podido hacernos llegar más existencias por ahora'. Su empresa incorporó este artículo a su catálogo desde hace apenas unos meses. 'Se venden muy bien', aunque en su caso, 'la demanda era ya anterior a la entrada de la nueva ley'. Es cierto que con la prohibición de fumar en los espacios de ocio, y la necesidad de habilitar áreas alternativas para que los locales no pierdan a los fumadores como clientes, la demanda se ha intensificado.

Las estufas funcionan con bombona de butano o propano de hasta 15 kilo, y su precio varía entre los 100 y los 250 euros, según modelo.

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