Marcos Martinón: ‘En Galicia se hace muy buena arqueología porque dispone de una riqueza excepcional’

El arqueólogo Marcos Martinón, en su despacho londinense.
El arqueólogo ourensano Marcos Martinón tiene en la profesión su verdadera pasión. Con trabajo en el departamento de Arqueología más grande del mundo, en Londres, lleva las últimas tecnologías científicas al estudio de las sociedades más antiguas. Lo hace en China, en Reino Unido, en Cuba... y ahora también en Galicia.
El yacimiento de los guerreros de Xian en China, los yacimientos indígenas del Caribe, los torques gallegos, la alquimia... Todavía empezando la treintena, el arqueólogo ourensano Marcos Martinón-Torres tiene ya un curriculum de proyectos arqueológicos por medio mundo complicado de enumerar, centenares de conferencias, ha escrito libros y artículos en revistas internacionales. Desde la rama de la Arqueología Científica en la que trabaja combina con maestría su trabajo en el yacimiento y el del laboratorio. De la Universidad de Santiago, donde estudió, saltó a Londres para completar su formación y allí se quedó, convirtiéndose en 2005 en el profesor titular de Arqueología Científica más joven del Reino Unido, ejerciendo en el instituto de arqueología más grande del mundo.

Lo suyo es pasión por la Arqueología.


Cuando era muy pequeño me atraía el mundo de la Astronomía, pero pronto cambié y desde entonces siempre quise ser arqueólogo. Pasé del interés por el cielo a la tierra y supongo que en parte se lo debo a mi padre porque, aunque él es médico, siempre estuvo interesado en la historia y en las antigüedades.

¿Qué le llevó a Londres?


Estudié en Santiago pero ya con la intención de irme fuera para ampliar miras. Me atrajo Londres porque disponía del departamento de Arqueología más grande de mundo. Llegué aquí con una beca Barrié para hacer un máster sobre el análisis científico de restos arqueológicos, del que ahora soy el coordinador. Le cogí el gusto a esta rama de la Arqueología y con una beca de La Caixa hice el doctorado. Luego salió una plaza, preparé la oposición y aquí estoy, aunque no vine con intención de quedarme.

Sin duda el mundo de la arqueología es apasionante en la práctica, pero usted también se encarga de la teoría. ¿Investigación y enseñanza deben ir unidas?

La enseñanza debe estar muy ligada a la investigación. Es bueno para los alumnos porque así están más al día de nuestro conocimiento, que es algo que cambia y se regenera todos los días. Pero también es bueno para los profesores porque nos obliga a estar al día. A mí tener que estar rodeado de estudiantes de todas partes (Tailandia, África, China, Europa, América...) me obliga a mantenerme muy despierto sobre lo que se hace en el campo y es algo que me resulta muy productivo y que mantiene muy vivo.

China, Cuba, Reino Unido... ¿Galicia no despierta interés arqueológico?


Desde luego que despierta interés arqueológico. En Galicia se hace muy buena arqueología y la riqueza arqueológica gallega no tiene nada que envidiar a la de cualquiera de los países en los que trabajo. Lo que pasa es que en mi rama de especialización, aunque en Galicia ahora se empiezan a hacer cosas, no se ha hecho tanto porque requiere un tipo de laboratorios y conocimientos especializados que en Inglaterra son pioneros y que sólo progresivamente se han empezado a extender a otros países.

¿Ourense puede ser un buen centro de operaciones para los arqueólogos?


Claro que sí. Ourense es una ciudad histórica en la que hay restos arqueológicos desde la época prerrománica, luego toda la romanización, el Ourense medieval es interesantísimo... Como han revelado muchas excavaciones y como se ve en el Museo Arqueológico hay una riqueza extraordinaria. Yo, precisamente, a veces, en vez de seguir excavando lo que hago es estudiar un poco más esos restos que ya se han excavado y están en los museos para sacar más información sobre ellos. Lo que me interesa no son las cosas en sí mismas, sino las personas que fabricaban y empleaban esas cosas.

¿España está a años luz del trabajo que se hace en el Reino Unido, por ejemplo?


En España hay un grupo reducido pero que cada vez más empieza a hacer también este tipo de análisis científicos en restos arqueológicos y que hacen un trabajo muy bueno. Quizás lo que no hay en España es la infraestructura que facilite eso, no hay departamentos universitarios, laboratorios o plazas que se dediquen específicamente a eso. Falta financiación y plazas universitarias para realizar este tipo de trabajo de una forma más coordinada y más fuerte. Más que falta de capacidad personal, lo que no hay es apoyo institucional.

¿Qué proyectos tiene entre manos?


En estos momentos estoy metido fundamentalmente en tres cosas. Estamos estudiando las armas de los guerreros del ejército de Terracota de Xian en China. Todo el mundo conoce a los guerreros, pero lo que casi no se sabe es que iban armados hasta los dientes y se han recuperado hasta ahora 40.000 armas de bronce. También estamos en Cuba y en el Caribe en general, donde estudiamos restos arqueológicos en yacimientos indígenas para tratar de analizar qué tipo de intercambios había entre las comunidades locales y los europeos cuando llegaron. Sabemos que los indígenas daban mucho valor al latón de los europeos y lo cambiaban por el oro local que, para ellos, casi no tenía ningún valor, lo que nos enseña también lo relativo que son nuestros valores. Además, sigo trabajando en los restos arqueológicos de laboratorios de alquimistas (crisoles, alambiques, aparataje) y analizo qué tipo de reacciones se hacían en ellos, sabían mucho de química y de ciencia.

¿Y en mente?


Empecé este año a trabajar con restos de orfebrería gallega, con los torques de oro que tenemos en varios museos. Estoy tratando poco a poco de aplicar mis conocimientos a la riqueza arqueológica que tenemos en Galicia, llevar lo que aprendí aquí a Galicia. Cada vez me apetece más colaborar con arqueólogos gallegos y sobre proyectos en Galicia.

Y todo esto con 32 años.


Es un privilegio, pero también implica mucho trabajo. Además tuve la suerte de que en Inglaterra me han apoyado mucho. Vine aquí sin ser nadie, me presenté a una oposición en la que nadie me conocía, pero si vienes con ganas de trabajar y de demostrar que puedes hacer las cosas te apoyan. Me contrataron muy joven sin cuestionar mi potencial porque vieron que era acorde para el trabajo, con independencia de mi edad, mi nacionalidad o mi acento.

¿Lo atractivo es el trabajo en sí o lo que de él se puede extraer?


Lo más emocionante son los resultados. El trabajo del día a día, del análisis y del microscopio lo disfruto mucho, pero me siento como un privilegiado pudiendo desvelar los secretos de estas sociedades antiguas. Para mí resulta muy especial el poder, a través de un microscopio, una fluorescencia de rayos X o cualquier otro instrumento, sacar información de sociedades que vivieron hace cientos, miles de años y que habría desaparecido de otra manera. Además es una combinación fascinante. Utilizamos los medios científicos más avanzados para estudiar las sociedades más antiguas.

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