Médicos del CHUO: “La imagen es cada vez más importante para los menores”

Ana Udías, Bea Gómez, María Tajes y Beatriz Montoya, del servicio de Psiquiatría del CHUO.
photo_camera Ana Udías, Bea Gómez, María Tajes y Beatriz Montoya, del servicio de Psiquiatría del CHUO.

Profesionales de la unidad Infantojuvenil del CHUO alertan del impacto de las redes sociales

El consumo de redes sociales conlleva un impacto directo en la percepción de la imagen corporal, sobre todo, entre la población infantil y adolescente. Tres profesionales de la unidad Infantojuvenil del Complexo Hospitalario Universitario de Ourense (CHUO) alertan de las consecuencias de los cánones estéticos en la salud mental de los más jóvenes. “Vemos a niñas con siete, ocho o nueve años, que casi van maquilladas, que imitan a las influencers y a sus madres, que muchas veces también siguen a las influencers. A esa edad son como esponjas, y cuando llegan a la adolescencia tienen muchos problemas de autoestima, tristeza…”, explica la enfermera Beatriz Montoya. 

La psicóloga clínica Ana Udías habla del culto a la imagen -”cada vez es más importante para los adolescentes”- y de su impacto en la vida de los menores. “Una de las cuestiones más repetidas entre el acoso escolar es ese ‘estás gorda’, que provoca que las chicas dejen de comer y adelgacen, hasta que se le va de las manos. La sociedad establece criterios como que las piernas tienen que ser largas, delgadas, que hay que comer sano, natural…”, relata. En ese sentido, habla del auge de los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA), como anorexia o bulimia: “Son enfermedades todavía desconocidas, tanto para los padres como para el resto de la población”. 

Cómo ayudar

Bea Gómez, trabajadora social de la unidad, pone sobre la mesa el papel de la educación y prevención, tanto en casa como en los colegios. “Es esencial trabajar con padres y madres, haciéndolos conscientes de que hay entornos no seguros para sus hijos, para los que no están preparados, y que esa imagen que les venden de vida perfecta, de ‘puedo ser lo que quiera ser’ no es real”, recomienda. “Las redes les venden ideas que luego no se cumplen, lo que los conduce a una fragilidad extrema ante el fracaso, porque están en un momento de construcción de su propia identidad”, añade. Beatriz Montoya recomienda reducir el uso de teléfonos móviles: “Vemos que la media de uso diario es de dos o tres horas, y en fines de semana, el doble. Eso hay que limitarlo y educar en que la vida no es tan bonita como la venden en Instagram”. Por su parte, Ana Udías es clara: “Lo primero es información y conocimiento. Y lo segundo, siempre que existan problemas clínicos, hay que acudir a los profesionales, a veces se deja, se deja, y la recuperación de un trastorno de la imagen es lenta y puede cronificarse”.

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