Cinco meses sin un piso digno tras el incendio de Covadonga

El tercer piso, que ardió, todavía sin ventanas.
photo_camera El tercer piso, que ardió, todavía sin ventanas.
Fernando Álvarez tuvo que dejar el piso inferior al calcinado y todavía no encuentra dónde alojarse

El inquilino que ocupaba el piso inferior al que ardió el 7 de enero en el número 3 de la calle Manuel Lago, en el barrio de Covadonga, tuvo que marcharse de su vivienda porque quedó completamente inhabitable y ahora no tiene donde alojarse. Ambos apartamentos, el que sufrió el incendio (en el tercero) y el de Fernando Álvarez (en el segundo), están situados en un bloque de protección oficial y siguen sin ser reformados desde aquel suceso que acabó con la vida de Edilma y Valentina, dos mujeres que compartían casa.

La Xunta adjudicó a finales del mes pasado ambas viviendas -la que ardió y la que resultó afectada-. El concurso lo ganaron otras dos mujeres. Sin embargo, por el momento, las estancias están completamente inhabitables. Nada cambió desde el incendio y, por esa misma razón, Fernando Álvarez, inquilino del segundo, tuvo que salir de allí.

Dado que no se hizo ninguna reparación y que los efectos de los destrozos comenzaban a hacerle mella, Álvarez decidió buscar otro lugar para vivir dignamente. “Me dieron un bono de alquiler y un año de plazo para encontrar una casa. Hablé con inmobiliarias y propietarios, pero está muy complicado encontrar algo porque nadie te acepta al enseñar una ayuda”, explica el afectado. 

“Me tienen ninguneado, de un sitio para otro. En un primer momento, la inspectora me trató como si me hubiesen desahuciado y me dijo que se me estaba acabando el plazo”, señala Álvarez. Por estos hechos, pretende denunciar a la Xunta.

Este inquilino, antes del incendio, llevaba siete años residiendo en el edificio. Pese a que las llamas certificaron definitivamente la inhabitabilidad del lugar, “ya antes había humedades, goteras y no funcionaba el timbre”, explica.

Según señala, Álvarez pasa los días llamando a inmobiliarias, pero “no hay manera”. Mientras, se queda en casa de un amigo -con las cajas en una esquina-.

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