El mirlo no canta en los atascos

El mirlo despierta mejor que la bocina Estos días la prensa de Barcelona alertaba de que la contaminación vuelve a niveles anteriores a la pandemia. Un digital de Madrid informaba de un atasco de 32 kilómetros. En Valencia, el periódico de referencia publicaba que se habían contabilizado 48 kilómetros de retenciones y hasta en Granada una noticia lamentaba que sus habitantes perdían cuatro días al año haciendo cola en las horas punta. En torno al 55% de la población mundial vive en ciudades, aunque en la Europa fetén el índice supera el 70%, auténticas ratoneras las de medio y gran tamaño. La Organización Mundial de la Salud dice que en más de 2.000 urbes que superan los 100.000 habitantes la calidad del aire es mala y unas 500.000 muertes en Europa se producen por la contaminación. Quietos, parados, que Ourense escapa de esos letales diagnósticos. Qué suerte ser pueblerinos, despertarse con el canto del mirlo Javier en vez de con la bocina en el semáforo. Es el momento, ahora que las comunicaciones físicas están de nuestro lado y las tecnológicas capacitan trabajar desde el corredor para una empresa de Salt Lake City. Vamos a contribuir a espantar el mal fario que persigue a la vieja Auria. Ahí llega el ansiado AVE, que nos colocará a algo más de dos horas de un mercado potencial de cinco millones de personas, eventuales clientes. Una provincia cuyas empresas llevan exportado este año más de 400 millones tienen que ser capaces de mejorar su competitividad con las nuevas comunicaciones. Sobre todo si, como ahora, se siguen abstrayendo de la mediocridad política. Se sabe bien quién manda aquí La posición geográfica de Ourense es un plus, quedará todo a tiro de piedra. El precio de la vivienda es más asequible que en las provincias del entorno. Recursos nos sobran y a nada que nos enteremos esto tendrá que mejorar más pronto que tarde. El descenso de la población facilita una disminución del tráfico y con las turborrotondas previstas en la ciudad todo irá como un tiro. Se abonan buenos sueldos, sobre todo en la ciudad, empezando por su alcalde, que tiene la tercera mejor nómina entre los regidores gallegos. Pero, sobre todo, aquí hay estabilidad política, un bálsamo social, un imán para la inversión. Tras dos años largos de purgatorio, la ciudad ha expiado sus culpas y las cosas salen ya. Las termas de la ciudad abrirán de nuevo “sí o sí” el 1 de diciembre pese “al fundamentalismo” de Feijoo, como dice su socio, el “letal” Jácome. Habrá luces de Navidad el 3 de diciembre, porque la felicidad son destellos, ráfagas de luminaria y hay que atraparlas cuanto antes, ahora que la factura es barata. El parcheo de las calles empieza y se prevén 4,7 millones para gastar en la calle Concordia. Y todo esto gracias a un ingeniero eventual “de Democracia Ourensana” que lo desbloquea todo, a decir de su jefe. El goteo de inversiones es imparable y el músculo financiero del Concello es tremendo. Ha llegado a la ciudad la Operación Bulleiro, feliz año 1970. La gente no es torpe y ve que el regreso del PP al gobierno de la ciudad se nota en todas las esquinas, que vamos en vuelta rápida en materia de inversiones. Les tiran confeti a los concejales, incluso se santiguan en señal de respeto cuando pasan a su lado cualquiera de los siete ediles. Es tan evidente que la ciudad está saliendo del bache gracias a su gestión que hasta Jácome siente celos. Será por eso que les marca de cerca, les desautoriza públicamente y se anota todos los tantos. Menudencias, teniendo en cuenta que la ciudad, insisto, sabe que el PP es quien manda ahí. Y se nota. Cuando hablan es que algo se dice En la empresa Coren son, sobre todo, dueños de sus silencios y cuando hablan sus opiniones tienen peso. La cooperativa de los mil millones y las 7.000 familias acostumbra a contarnos cuantas castañas comen los cerdos de la gama Selecta. Muy de tarde en tarde, dice lo que piensa o dónde le lastima el zapato. Como a tantas empresas la factura energética le está yendo a la línea de flotación mientras el Gobierno estudia qué paño calienta hoy. Si en la cooperativa van a la farmacia, a lo mejor no solo van a comprar tisúes para el catarro. En Vigo temblarían por Stellantis; en A Coruña por Inditex. Aquí sobra industria, ¿no? AL PONER LA LUPA | O RIBEIRO, “QUE CARALLO DE XENTE” De vez en cuando somos capaces de desmentir a Laxeiro: “Galicia, que gran país, pero que carallo de xente”. En pocas ocasiones nos desabrochamos el leirismo mental que ha prendido en todos los ojales de la chaqueta y pensamos a lo grande. Esta semana trascendió que el Consello Regulador de la Denominación de Orixe Ribeiro ha pedido a la Xunta poner en producción al menos 1.200 nuevas hectáreas de viñedo. Se propone recuperar tierras que quedaron abandonadas por envejecimiento de sus propietarios o por falta de elementos suficientes para hacer rentable la actividad. La naturaleza ha hecho su trabajo en la zona dotándola de una personalidad territorial o climática. Son los hombres y mujeres los que deben tomar el relevo. Con lo fácil que era optar a una paguiña y maldecir el destino, en la D.O. se han remangado para ir contra el destino. O para quedarse con la primera parte de la frase de Laxeiro: “Galicia, que gran país!” EL PORTAFOTOS Luis Menor Pérez (Pereiro de Aguiar, 1964) es, antes de nada, licenciado en Derecho por la Uned y se especializaría en criminología, quizá por eso optó finalmente por la política. Luego de variadas experiencias profesionales y de pasar por la dirección xeral de Emerxencias e Interior de la Xunta llegó a la alcaldía de Pereiro de Aguiar en el 2019, fortín que custodia como un valladar. Hasta sus rivales de la oposición le conceden capacidad de trabajo y aciertos en la gestión, cosa que jamás dirán en público. Los ojos de su partido el PP, estrábicos en tantas ocasiones, pudieran mirar para él (también para otros) para nominarle como candidato a los predios de Jácome en el 2023. Claro, de aquí a entonces, todos calvos, sobre todo en política. Menor metió en su amplio grupo de gobierno (tiene mayoría absoluta) a un concejal de Jácome en un movimiento que aún estudian hoy los estrategas del Pentágono. En días pasados visitó al alcalde de Ourense para hablar de vecino a vecino, poco más. Por lo que ha trascendido, Luis Menor ha mirado la decoración del despacho y no se le adivinó intención de cambiarla si fuese su inquilino. No porque no tenga gusto, que lo tendrá, sino porque mucha intención no se le ve. Hace ya años que se encuentra más cómodo como alcalde de Pereiro que como criminólogo.