Los dos acusados niegan su participación en el asalto a la joyería Cota y la casa de su dueña

'Si no nos das el dinero le cortamos el dedo a los niños'

Miguel Ángel Gil y Fabián Darío González, los dos acusados de asaltar la joyería Cota y el piso de su dueña, reteniéndola a ella, a sus dos hijos y a la empleada de hogar, negaron ayer los hechos, aunque uno reconoció haber vendido las joyas en Madrid y acabó pidiendo perdón a la propietaria. Se enfrentan a 53 años de cárcel.
Cuando E.F. abrió la puerta de la casa en la que trabajaba, a las 13.10 horas del 30 de junio de 2006, algo le hizo sospechar que quien se encontraba al otro lado no era un repartidor, como él aseguraba. La corazonada fue atinada. Un instante después, comenzaba para ella y los dos niños que cuidaba una pesadilla de la que todavía no se ha recuperado. ‘Me giré un poco y ya se abalanzó sobre mí, después entró una segunda persona y yo les dije háganme lo que quieran pero no toquen a los niños’, declaró ayer ante el tribunal de la Audiencia provincial que juzga a dos de los presuntos autores del asalto.

La mujer, que testificó oculta de los procesados por un biombo, relató cómo los dos asaltantes la ataron de pies y manos en la cocina y después ‘me tiraron en la cama de la niña boca abajo y con una almohada encima de la cabeza’, añadiendo que los dos menores -de cuatro y seis años- les rogaron que no hicieran nada a la mujer.

En esas circunstancias, la empleada oyó a los asaltantes hablar continuamente por el móvil y también se percató de que llegaba a la vivienda la dueña de la casa y de la joyería ‘Cota’. ‘La puerta estaba entreabierta y la televisión a todo volumen.

Fui hacia ella y ya vi el paquete, llamé a los niños y al dar la vuelta ya los tenía encima’, relató Eva Dobarro. La mujer aseguró que los asaltantes le habían dicho que ‘si no haces esto (darles dinero), le cortamos el dedo a los niños’. Armados con una pistola y un cuchillo, los asaltantes se dividieron: uno fue con la dueña a la joyería y la desvalijó y el otro quedó en la vivienda.

Al regresar, ‘me ataron con los niños’ y, tras amenazarla, los asaltantes se fueron.

El fiscal asegura que los asaltantes eran los argentinos Miguel Ángel Gil, su hermano Víctor Hugo Gil -que no fue juzgado al no haberse producido su extradición- y Fabián Darío González. Ellos lo negaron ayer en el juicio. Gil aseguró que tenía importantes ingresos mensuales en Argentina y que llegó a Ourense con su hermano días antes del atraco, ‘para poner un restaurante o parrilla’. Junto a un conocido, recorrieron la ciudad aunque descartó la idea del negocio porque ‘no encontré un local del tamaño que precisaba’.

Según él, se encontraron con el otro acusado en Ourense ‘de casualidad, cuando íbamos por el centro’. Los dos y su hermano visitaron el 28 la joyería y Miguel Ángel Gil reconoció que ‘entré a preguntar por un reloj’. Sin embargo, negó tener cualquier implicación en el atraco.

Fabián Darío González, por su parte, afirmó que ‘me llamaron unas personas para que les ayudara a vender unas joyas’ y así fue cómo se trasladó desde Torrevieja a Ourense. Explicó que se encontró con los hermanos Gil ‘de casualidad’ y que ‘no puedo acusar directamente a otras personas (del atraco) porque tengo familia, dos niños pequeños y me los matan’.

Reconoció sin embargo haber vendido las joyas de Cota en Madrid por ‘70 y pico mil euros, 6.000 fueron para mí’. Al final del juicio, González dijo que ‘yo también tengo dos hijos, no he entrado en su casa ni sé dónde vive. Le pido perdón’.

Las defensas ven sólo ‘casualidades’

El fiscal acusa a cada uno de los procesados de cuatro delitos de detención ilegal, uno de robo con violencia y otro de allanamiento de morada, que suman un total de 26 años y medio de prisión. Reclama, además, que indemnicen a la aseguradora de la joyería -que se personó como acusación particular- con 321.301 euros y a la dueña del establecimiento con 11.240 euros. La acusación dijo que ‘algo falla en nuestro sistema punitivo para que sea rentable saltar el charco para cometer actos de este tipo y volver a su país’, valoró. Cree además que ‘es probable que otra persona hubiera fijado el objetivo meses antes’.

El fiscal recordó que ambos acusados tienen antecedentes por robo -González también por agresión sexual- y basó las acusaciones, entre otras cosas, en que las víctimas reconocieron en la instrucción a Miguel Ángel Gil como el que pudo haber entrado en la vivienda, y en que las cámaras de seguridad captaron a los tres fuera de la joyería días antes (a Miguel Ángel Gil probándose el reloj y a su hermano, con la dueña en el momento del atraco). Además, apareció una huella de González en el estuche de una pluma en la vivienda y también era suyo el ADN hallado en una camiseta que apareció días después en un camino de Xinzo junto a las cajas de las joyas.

El fiscal resaltó la labor policial en esta investigación que, por el contrario, fue puesta en entredicho por las defensas. Para el abogado de Miguel Ángel Gil, ‘no hay ni un solo indicio contra mi cliente’. Consideró que ‘sólo hay pruebas circunstanciales’. La defensa del otro acusado atribuyó todo a ‘casualidades’. Para él, la huella de su defendido en la caja de la pluma puede deberse a que ‘la tocara en la tienda’ o que otra persona, autora de los robos, la hubiera colocado en la casa. Aunque ambos piden la absolución de sus defendidos, este último letrado realizó otra calificación jurídica de los hechos, de forma que la pena quedaría en ‘como mucho cinco años’. De ser así, solicitaría la expulsión de España de su defendido, opción a la que se opuso el fiscal, quien dijo que intentará ‘que cumpla año tras año de su condena’.


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