LA NUEVA OURENSANÍA

La nueva ourensanía | Seon-kyong Park, habla la anfitriona de una casa tradicional coreana en O Couto

Propietaria a medias del restaurante HanOk, Seon-kyong Park nos hace viajar a su país, su cocina y sus costumbres. Fantasea la mente curiosa con sus palabras, ruge un estomago y saliva un paladar

“Yo dirijo, él ejecuta”, ríe Seon-kyong Park sobre la dinámica entre bambalinas de una pareja en lo gastronómico y lo doméstico. Empresaria surcoreana, regenta con su marido HanOk, un restaurante en el barrio de O Couto especializado en cocina de su país que pronto va a cumplir un año.

Seon-kyong Park
Seon-kyong Park

“No me interesa mucho el maquillaje”, explica la que luce una dermis que imposible resulta adivinar cuántos le caen en el próximo aniversario. Incógnita el número, queremos imaginar una celebración a dupla manera, con sopa de algas estilo coreano y tarta soplando velas. “Es mejor que tomar chocolate con churros”, dirá más adelante sobre estos caldos cuando se le pregunte por alguno como el ‘haejangguk’, un plato contra la resaca. “Para mantener una piel sana la alimentación también es muy importante”, charletas aparte, Seon-kyong a su tema.

Originaria de Busan, Corea del Sur, no es de grandes morriñas, “por donde voy, disfruto”, confiesa. Llegaron a Ourense porque su marido, Jae-um Do, en la cocina, trabajaba aquí en la industria de la moda de lujo. Previamente vivían en Barcelona, donde él se mudó a los seis años con su familia, y ella comenzó a vivir en 2001 como estudiante de intercambio de Estudios Europeos. 

Viajar por Galicia era mi sueño, sobre todo por la naturaleza”, confiesa Seon-kyong un amor por estas tierras que viene de lejos. “Son un poco serios”, dice de nuestras gentes, que acabó abrazando igual que al pan. “Me encanta”, confiesa sobre nuestras harinas. Sostiene que en su país se tiene muy buena imagen de España, “el sol, flamenco, Real Madrid, Barça, paella”, típicos tópicos pero sin duda mucho más de lo que los oriundos sabemos sobre Corea. La interrogamos sobre estas cuestiones. “Son abiertos, muy eficientes, el nivel educativo es muy alto y es una sociedad muy dinámica que siempre quiere aprender algo nuevo”, dice sobre sus compatriotas. Sirvan estas declaraciones para aportar luz sobre culturas distantes en lo geográfico.

Seon-kyong Park
Seon-kyong Park

De la cocina coreana

“Nuestra afición más común es cocinar”, comenta sobre la razón que les hizo saltar al mundo de la gastronomía viniendo ambos de entornos laborales muy diferentes. “En Galicia solo hay tres restaurantes coreanos”, especifica. HanOk lleva abierto desde junio del año pasado y su nombre significa ‘casa coreana tradicional’. “Intentamos ofrecer una comida casera como la que hace una madre”, explica Seon-kyong que cada uno tiene su bol de arroz y una sopa vegetariana de soja amarilla fermentada, alga y tofu, y el resto de platos se comparten en familia. “Una mesa coreana viene con esta estructura”, aclara. “El arroz es el protagonista y todo existe para acompañarlo”, su filosofía de comedor. Hablamos con Seon-kyong de menús saludables, de lo que implica usar palillos, de cortar en trozos pequeños, cocciones cortas, e ingestas comedidas, y de las bacterias buenas como las del ‘kimchi’, una preparación fermentada a base de col u otras verduras que previamente dejan en sal durante la noche. “Representa el alma, la identidad coreana”, explica, al hilo de una reflexión sobre una escena con tal guarnición en Pachinko, el drama épico surcoreano.

Restaurante HanOk
Restaurante HanOk

Una ambición para HanOk es que se sea lugar de encuentro “no sólo entre Corea y Galicia sino también entre todas las culturas del mundo”, puntualiza. “¡Patacas aquí todas buenas!”, dirá de nuestros tubérculos, conocedora de sus múltiples variedades. Sobresaliente en materia prima a Seon-kyong, así se empieza.

Madre de tres adolescentes nacidos en Barcelona entendemos en su casa fluyen las lenguas. La materna, catalán en su día, el español y el gallego. “Empecé un curso como profesora de coreano para extranjeros”, revela Seon-kyong una tercera faceta profesional que arranca hace diez años, y que la lleva por múltiples estudios de lengua y cultura, la convierte en enseñante presencial y a distancia, y completa con un máster que acabó el año pasado. “Aún sigo desde casa, las empleadas del restaurante son mis alumnas”, confiesa.

“En Corea para tomar el postre cambiamos de lugar”, aficionada a la repostería, informa de un ritual “más occidental”, que se sirve con café, producto importado que se torrefacta y que se ha convertido en un auténtico fenómeno de masas en el país asiático. 

Volvemos al lugar donde partimos, y miramos a esta mujer de dermis eterna que tantas cosas ha compartido, y vuelve a la mente esa sopa de algas con la que se celebran alumbramientos y primaveras. Satisface Seon-kyong la curiosidad con un relato que suena a fábula, que apetece hasta hacer un libro ilustrado con ella. “Los pescadores coreanos miraban a las ballenas, y estos mamíferos después del parto comían algas”. Sabios conocimientos de los hombres del mar que aplican al alumbramiento a razón del yodo de estas lechugas marinas, tan necesario tras la pérdida de sangre. 

Seon-kyong Park
Seon-kyong Park

“‘Carpe diem y memento mori’”, dirá sobre sí misma Seon-kyong Park, que también le pega al latín, “gozar el presente con gratitud recordando que moriré”. Qué maravilla de viaje a Corea sin salir de la villa.

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