Obituario | José Ricardo Fernández, el hombre que fue todo en el fútbol

Pensar en José Ricardo Fernández obliga a hacerlo en rojillo. Empezó en el deporte con el baloncesto y en el fútbol lo fue todo e hizo de todo, pero si algo lo identifica es el escudo y la camiseta de CD Ourense. Fue su club y su pasión. En el bolsillo, el carnet de socio con el número 22. Todos los que lo conocen lo recordarán con el fútbol como referencia, pero quizá muchos de ellos no sepan que fue buen jugador de baloncesto y todavía mejor árbitro. Tuvo como compañero de equipo metiendo canastas a Miguel Ángel, después portero del Real Madrid, y con el silbato llegó a dirigir unas semifinales de la Copa de la Reina como colegiado principal. En el fútbol, recogía balones cuando era niño y pasó a “chico para todo” cuando la oficina del club estaba en el Parque de San Lázaro. Su implicación y eficacia lo convirtieron en imprescindible. Jorge Bermello llegó a un club hueco y una de las primeras urgencias era básica: “No había nada, ni jugadores, entrenador ni nada. Hacía falta alguien de mucha confianza y que hiciese bien las cosas para arrancar y nadie mejor que él. Le dijimos que tenía que ser el entrenador y así fue”. En los banquillos también estuvo, entre otros, en el Arenteiro y en un Lalín con el que logró el ascenso a Tercera División y mucho de lo bueno de aquel equipo se lo llevó después a O Couto. 25 años estuvo en ese estadio en el que solo le faltaba quedarse a dormir. Entrenador, delegado, director general y hasta presidente por “oficialidad”. Negociaba los fichajes, recibía y atendía a los árbitros, hacía todas las gestiones federativas y apagaba los fuegos. “No tenía más horas y aún así siempre lo hacía todo con sentido común y con eficacia”, recuerda Jorge Bermello, que antes de terminar insiste en que, por encima de todos los méritos relacionados con el deporte, “José Ricardo era una muy buena persona”. Ángel María Villar contaba con los votos “gallegos” para ser presidente de la Federación Española de Fútbol (RFEF) y el ourensano, por su capacidad de gestión, era también un hombre de máxima confianza en la RFEF. Llegó a ser el presidente de la Comisión Mixta de la RFEF para defender a los clubes de la Segunda División B. Hizo la maleta y se fue al Xerez como gerente y director deportivo. Fichaje “estrella” para tratar de impulsar un proyecto ambicioso en el que fue su ideólogo y en una ciudad de la que quedó enamorado para siempre. También estuvo en el Leganés y acabó su carrera en Vigo, en el Celta. Delegado del primer equipo celeste hasta 2011 y con 62 años “colgó las botas”. Una vida entera vinculada al fútbol de la que dejó muestras a quién quiso pasar por su despacho en Vigo y posteriormente en el “museo” que poco a poco fue construyendo en su casa, en Ourense. Fotos, camisetas, banderines, recortes de prensa, documentos, libros, autógrafos y, por supuesto, balones. Una historia entre cuatro paredes de una persona que vivió entre dos porterías. Un enamorado de Ourense y de su mujer, Isabel. Dedicado a su hijos, Bruno y Ricardo, fiel a sus amigos y entregado al fútbol.