Obituario | María Belén Relova Quinteiro, Farmacéutica e investigadora que también fue monja de clausura

María Belén Relova Quinteiro.
photo_camera María Belén Relova Quinteiro.

Que la enfermedad te golpee desde el nacimiento hasta truncar tu destino, en este caso en varias direcciones, fue lo que con resignación llevó M.ª Belén Relova, a la que unas arraigadas creencias religiosas conducirían a profesar como monja de clausura en las Carmelitas Descalzas, pero ni aun así pudo continuar su vocación religiosa debido a su física fragilidad, centrándose luego en su carrera de Farmacia en la Universidad de Santiago que le permitiría y la llevaría a impartir docencia universitaria, asistir a congresos, trabajar en laboratorios, investigar.

Belén nació en esta ciudad. Su padre, el Dr. Relova, fue jefe de Ginecología en la entonces Residencia Sanitaria, hoy CHUO, con consulta y hospital propio en la calle Pardo Bazán, Sanatorio Relova, y también en el mundillo automovilístico por su amistad con Lalao Reverter, participando incluso en algunos rallys sin ánimo competitivo, solamente para dar salida a una afición que le hizo ponerse al volante de un Renault Alpine juntamente con su consorte como copiloto. Cursa Belén estudios en la Purísima y de este paso por aquellas aulas nacería una asociación de amigas destacadas en la abogacía, la farmacia, el profesorado… 

Una vez licenciada, Belén iniciaría un periplo por unas cuantas farmacias de esta ciudad; se iría a Oviedo, para, en otra etapa, embarcarse en el campo de la investigación, pero todo condicionado por una precaria salud que ya le había hecho colgar los hábitos no pudiendo sujetarse a regla monástica alguna so pena de quebranto definitivo. Fue lo que le hizo dejar el convento y cuidarse en la vida civil para desplegar una actividad, inusual para quien sobrellevaba unas dolencias cardíacas limitativas, que ya hacían prever que a la vida de por sí difícil, había que añadirle el sufrimiento y las restricciones que la condicionaron a ella, miembro de una familia talentosa como son los Relova, ya en la música, la medicina, la farmacia... Una gran fe en Lourdes y Fátima hacía que sobrellevase las adversidades, que de tan recurrentes habían hecho de su vida un calvario. 

Si de Belén lo resaltado, aún quedaría mucho por contar, que ahora si se puede y no antes, porque, mujer discreta y humilde, no quería que su mano izquierda supiese lo que la derecha hacía con su entrega al prójimo, sobre todo colaborando en el cuidado de esos más que vulnerables enfermos de alzhéimer, donde no solo los asistía sino que le servía para estudiar sus problemas desde la perspectiva de la ciencia. Esto le da un plus de humanidad y deja en entredicho a los que de salud gozamos y pocos ocios dejamos para solidarizarnos con los que lo precisan, tanto de ejemplar tuvo esta su vida.

De Belén podría decirse aquello de que pasó por la vida, como pretendía, inadvertidamente, como fue, pero ahora debemos resaltar sus virtudes para que cunda el ejemplo de quien aunque breve vida tuvo, más precisaría para desarrollar talentos y solidaridad. Si generosos ignotos la vida da, habríamos de colocar a Belén en lo más alto por esa su capacidad de sufrimiento del que solo capaces las más nobles almas que a los demás se entregan.

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