REPORTAJE

Una "mamá temporal" ourensana en Bolivia

20160308_091827_result
photo_camera La ourensana Mónica Vidal en el patio del hospicio Carlos Villegas situado en La Paz, Bolivia, con siete niños abandonados.

La ourensana Mónica Vidal vive en Bolivia desde hace tres años con su marido y sus dos hijos. Además de dedicar amor a su familia, ayuda a cuidar niños abandonados en un hospicio boliviano tres días a la semana.

Es domingo en La Paz. Mónica Vidal levanta las persianas de su casa para despertar a sus hijos. Tiene dos. El más mayor se llama Martín y la más pequeña Sara. Se hacen los remolones pero Héctor Varela, su marido, los alerta y sus hijos empiezan a desperezarse.

Mónica y Héctor se conocieron en el colegio en Ourense a los 14 años. Ahora, con 45 años han mantenido viva la llama del amor tras estudiar en diferentes ciudades y distanciarse por experiencias laborales. Mónica bromea: "Los jóvenes de hoy no tienen paciencia en el amor". 

La pareja decidió trasladarse a Bolivia hace tres años por una oferta de trabajo de Héctor en el Banco de Inversiones y Desarrollo de America Latina (CAF). Ella, técnica de Rayos, se interesó por la sanidad boliviana pero "los salarios eran muy bajos y los gastos de transporte altos. Además, con los niños tan pequeños consideramos que no estaba bien dejarlos solos. Por lo que me interesé en buscar alguna organización o asociación en la que ayudar".

Su vena más solidaria encontró en el boca a boca una recomendación, el hospicio Carlos Villegas: "Me dijeron que eran unas monjas que recogían bebés abandonados y los cuidaban". Hace tres años que una de las monjas le abrió la puerta y desde entonces su ayuda no falla: "Voy tres días a la semana. Hago de 'mamá temporal' con los niños. Hacemos de todo. Jugamos, bailamos, cantamos, cambiamos pañales, los bañamos y si tenemos que acompañarlos al médico lo hacemos".

Abandono de bebés

La casa cuenta con más de 50 niños abandonados. Mónica describe una costumbre : "Los abandonos se producen por la noche. Las madres no quieren que las vean. El hospicio tiene un torno en el que depositan a los bebés”. Suspira y prosigue: "Vienen por la noche, dejan al bebé en el torno y se apartan hasta una esquina en la que vigilan si cogen al bebé. Normalmente, siempre hay una monja de guardia". 

Lejos de los problemas sociales de Bolivia, el hospicio Carlos Villegas les aporta cariño, manutención y estudios. Sin embargo, el problema aparece cuando se habla de financiación. "Antes nos daban seis bolivianos, ahora dos y medio (diez euros al mes) por cada niño. Es imposible cuidarlos con las ayudas del Estado. Por eso, la labor de las monjas tiene mucho mérito".

"El país es increíble. Tienen unos recursos con un potencial enorme. Sin embargo, hay tres problemas muy graves: la pobreza, el alcohol y los servicios sociales", lamenta Mónica. 

Por ello, esta ourensana reclama solidaridad: "Me gustaría que más gente de mi ciudad colaborase con el hospicio. Conozco a una que se llama Inés Gómez Blanco y debo darle las gracias por su aportación". Mónica explica que se pueden realizar aportaciones a través de su correo electrónico ([email protected]). 

La historia de Mónica en Bolivia no termina aquí. Tiene un nuevo anhelo. Un nombre que despierta su sonrisa. Fue un flechazo. No lo puede explicar, pero si entender. Ella y un bebé del hospicio. La justicia boliviana es el único impedimento que tiene que superar. Mónica habla esperanzada:"Será difícil, pero esperamos ser uno más en la familia dentro de poco". 

Te puede interesar