Pequeñeces que no caben en los programas electorales: Cuidando el pavimento

La empresa constructora no protegió el pavimento, que luce así de “decorado”. Que se sepa, nadie le obligó a reponer las losas o intentar limpiarlas.

En su Guía de Galicia de 1926, don Ramón Otero Pedrayo, en el capítulo dedicado a Orense, llama la atención sobre el hermoso pavimento de piedra irregular de la mayoría de las calles de la ciudad y se lamenta de que, ya entonces, empezaba a ser sustituido por adoquines. El proceso de destrucción de ese pavimento, en algunos casos difícil de conservar dada su irregularidad, ha sido lento, pero constante desde entonces. Que si meter cableados múltiples, que si reparar baches…

Lo cierto es que la destrucción y sustitución por piedras repulidas ha sido incesante. En esta destrucción participa activamente el sector de la construcción. También en este caso existe normativa para proteger el pavimento durante el tiempo que duren las obras.

Una vez más, la norma no se cumple, nadie la hace cumplir y nadie sanciona por saltársela. Por ejemplo, este trozo de pavimento de la calle Alejandro Outeiriño, gravemente manchado por una obra de restauración de un edificio de la calle hecha el pasado año. Hay muchos más.

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