INVESTIGACIÓN

La policía descarta que el viudo de Milia mediara en el crimen

El farmacéutico denunció a otro rumano en julio de 2013 por un asalto sufrido en su vivienda

La policía tiene claro que el idilio entre Tomás Milia Méndez (72 años) y su joven esposo, Guillermo José Quilarque Cabrera, pasaba por momento críticos. Ambos, con muchas idas y venidas en su tortuosa relación desde que en febrero de 2011 contrajeron matrimonio, ya habían dejado de convivir y se veían con otras personas. Pero los investigadores también tienen claro que no hay prueba de ningún tipo que incrimine al viudo en las tres puñaladas que acabaron con la vida del farmacéutico jubilado en la noche del 4 de octubre de 2013 (el cadáver fue descubierto en la madruga del día 5).

"También se investigó al viudo, porque nos consta que tenía una relación tensa con su esposo, sus contactos... pero no hay nada que lo relacione con el crimen", aseguraba en el día de ayer uno de los responsables de la investigación llevada a cabo desde la Comisaría de As Lagoas.

Efectivamente, pocos días antes del asesinato, el septuagenario había cambiado el testamento para nombrar herederos a sus sobrinos. De esta forma, las últimas voluntades del farmacéutico corregían lo acordado el 19 de octubre de 2012 cuando acordó repartir a partes iguales todos sus bienes entre el esposo y su sobrino L.R.M., realizando un legado expreso a Quilarque para dejarle a él la casa del número 6 de Impasse de la Masure, en París (Francia).

Está acreditado documentalmente que la víctima confesó a su abogado, una semana antes de morir, que se sentía amenazado por su esposo y temía por su integridad. En ese momento, Milia pretendía formalizar la demanda de divorcio cuanto antes, sobre todo, a raíz de que descubrió en marzo de ese mismo año que tenía relaciones con mujeres.

Pero, según dice la policía, no hay nada que conecte al esposo con el joven rumano procesado por el crimen, Alexandru Marius Luca, la persona a la que en la tarde-noche del 4 de octubre recurrió el farmacéutico para contratar sus servicios sexuales. Los investigadores creen que hay pruebas suficientes que avalan que el rumano fue la persona que mató a Tomás Milia. "No podemos olvidar que, aunque no haya querido declarar ante el juez, voluntariamente y de forma espontánea sí dijo a la policía que era él quien lo había matado, y explicó el porqué", explican fuentes de la investigación. Las explicaciones que dio son prosaicas pero razonables: "Nos dijo que el farmacéutico sólo quiso darle 60 de los 200 euros que le había prometido y que comenzaron a discutir por ello". Hasta el punto en que, según confesaría Marius Luca ante los agentes, "recibió un tortazo de Milia".



El móvil

La policía cree que el móvil del asesinato efectivamente fue económico pero no por motivos de herencias tal como pretende introducir la defensa de Marius Luca.

La víctima, el 28 de julio de 2013, ya había denunciado que un joven rumano había accedido a su casa a punta de pistola y le había obligado a entregarle objetos de valor y salir con él, bajo intimidación, a retirar dinero de varios cajeros automáticos. Por estos hechos fue detenida una persona y pasó a disposición judicial. No obstante, se pudo comprobar que se trataba de una denuncia falsa y que el supuesto ladrón había sido otro prostituto contratado por la septuagenario al que entregó dinero y joyas en compensación.

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