El santuario del Monte Medo es el lugar de peregrinación mariana que acoge más fieles a lo largo del año en toda Galicia, aunque los peregrinos llegan también de fuera de la comunidad gallega, principalmente León, Zamora y Salamanca. Cada año p

El refugio de los anhelos imposibles

El santuario de Os Milagros mantiene su actividad a lo largo del año, si bien la temporada fuerte comienza con la llegada del verano y las vacaciones. El inicio de la novena cuando termina el mes de agosto -este año el día 30- supone un salto cualitativo en el número de visitantes, que se multiplican exponencialmente en torno al fin de semana más próximo al día 8, festividad de la patrona.
Es el punto de concentración mariana más importante de Galicia y al que llegan más peregrinos, excepción hecha de Compostela. La Virgen cuenta con devotos de toda Galicia, Asturias, Portugal, León, Zamora y Salamanca, a los que se suman otros, en porcentaje menor, de distintos lugares.

Está ubicado en el monte Medo; de hecho, en un principio fue denominado de Nuestra Señora del Monte Medo, aunque la tradición popular acabó imponiendo el nombre de Os Milagros. La construcción se inició en 1731, prolongándose durante 37 años, para finalizar en 1768. Pertenece a la parroquia de san Juan de Vide, en el concello de Baños de Molgas.

El templo, con un aforo capaz de acoger medio millar de personas, 200 de ellas sentadas, es un edificio barroco de tres naves. En la fachada tiene tres puertas de acceso que se corresponden con las naves interiores. En el centro de la fachada hay un balcón con un altar, dedicado a las solemnidades que hacen que el interior del templo se quede pequeño. En la cornisa destacan cuatro torres, dos bajas en los extremos y dos más altas en el centro donde alberga las campanas, todas ellas con tres cuerpos rematados en cúpula. El conjunto fue denominado monumento histórico artístico en el año 1982. De su gestión y mantenimiento se encargan los padres paúles desde el año 1869.

Aunque el santuario es el eje, en Os Milagros hay otros edificios y dependencias, como hotel y restaurante en lo que en tiempos fue hospedería, la vivienda de los padres paúles, dependencias para retiros, reuniones, conferencias, ejercicios espirituales, etc. (Hace menos de un mes que los curas diocesanos mantuvieron ahí una especie de convención anual en la que programan el programa y la estrategia para el próximo curso).

Se conservan, asimismo, dependencias que fueron casa de labranza, desde la que se cuidaban las fincas que rodean el santuario y que procuraban alimento e ingresos a la comunidad. Desde 1997 albergan el Museo dos Devanceiros, en el que se muestran artes y oficios rurales propios de la zona.

Como queda dicho, septiembre transforma el entorno, merced a las caravanas multicolores de vehículos llenos de fieles devotos de la Virgen, que se acercan al santuario para agradecer o implorar favores para sí y los suyos. En las fechas más próximas al día 8 de septiembre es constante la llegada de peregrinos a pie desde buena parte de la provincia, sobre todo de la capital. Son miles los que caminan -la inmensa mayoría durante la noche o al romper el día, dependiendo del punto de partida- desde los cuatro puntos cardinales.

Para dar servicio a todos ellos se instalan extramuros del recinto mariano gran número de atracciones de feria, lugares de comida y otras actividades comerciales que hacen su agosto en unos días. Como sucede en los lugares con aglomeraciones humanas, durante esas fechas, en Os Milagros se registra la mayor concentración de carteristas y mendigos por metro cuadrado de todo el noroeste peninsular.

La fe de los feligreses en la Virgen es casi absoluta. José Emilio y Luz son emigrantes originarios de Vilar de Barrio. Cada vez que regresan a su tierra hacen una visita al santuario. 'Siempre venimos a oir una misa para pedir a la santa por nosotros y por nuestras familias', dicen, en tanto que Manuela y Demetrio proceden de Ourense. 'Muchos domingos salimos a dar un paseo en coche y aprovechamos para venir a misa. Nos gusta este lugar, incluso para pasear', apunta Manuela.

Arturo y Anuncia también son de los que se pierden con frecuencia por el lugar e incluso aprovechan para comer allí una vez que otra. 'Ya que venimos, hacemos todo', dice, refiriéndose a que mezclan fe y solaz en el mismo viaje.

Laura, Milagros y Rosa aseveran que la Virgen del monte Medo es la que más protección concede a sus fieles. Cuenta experiencias concretas, propias y ajenas, para avalar sus testimonios. Su discurso es muy parecido al que emplean buena parte de los fieles que acuden a los oficios religiosos.

Aunque lo religioso siempre privó en el complejo, hubo una época en que Os Milagros fue más. Albergó el colegio desde finales de los sesenta a principios de los noventa. Allí, un grupo de paúles, con Graña y los Peleteiro a la cabeza, enseñaron de otra forma. Buscaban que los niños adquiriesen conciencia y dignidad defendiendo sus orígenes, al tiempo que tratando de poner en valor los recursos de la zona.

La experiencia funcionó, pero las altas esferas de los paúles, la Iglesia diocesana y las autoridades políticas, cayeron pronto en la cuenta de que aquello revolucionaba el statu quo imperante y tomaba una deriva peligrosa, a su entender. Los curas comprometidos fueron despachados y el colegio comenzó a languidecer hasta cerrar las puertas en 1991. Como testigos, una generación de jóvenes que alcanzó la universidad y el éxito profesional en un porcentaje desconocido dentro de un entorno tan empobrecido y atrasado.

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