Cuatro tíos del sospechoso del triple crimen de Burgos dudan de la versión de su sobrino

LR - La familia del joven de Queirugás (Verín) sospechoso del triple asesinato de sus padres y su hermano pequeño se ha dividido entre los que defienden su inocencia y los que dudan de ella. Así, cuatro de sus siete tíos están personados ahora como acusación particular en el caso, quieren un juicio que esclarezca el caso y han solicitado al Juzgado de Menores de Burgos pruebas (escuchas telefónicas realizadas al joven).

El fiscal pidió un estudio psiquiátrico del joven que ya se le está practicando en Verín.

Al dolor generado por un crimen le ha seguido la división de una familia. Cuatro de los siete tíos del joven Rodrigo Barrio, el principal sospechoso del asesinato de sus padres y su hermano pequeño, han pasado de defender su inocencia a estar personados como acusación particular en el caso, después de analizar a fondo el sumario y de no recibir una explicación convincente por parte de su sobrino sobre los indicios aportados por el trabajo policial que, ahora, califican de bien hecho. Se trata de los familiares que lo acogieron en sus casas (entre ellos dos tutores) desde que ocurrió el brutal asesinato, el 7 de junio del 2004, fecha en la que Rodrigo Barrio tenía 16 años (ahora tiene 19).

El abogado de este sector de la familia, Adolfo Taboada, relata que ha solicitado una prueba al Juzgado de Menores de Burgos (las escuchas telefónicas que realizó la Policía a Rodrigo Barrio) y que seguirá pidiendo más para que ’ayuden al buen fin de la investigación’, dice.

El joven fue detenido por la Policía el 12 de junio de este año y puesto en libertad días después por decisión judicial (ahora vive con uno de los tíos que defiende su inocencia). El abogado cita los indicios que para la familia han sido decisivos para dudar del joven. El informe policial recoge que el autor del crimen volvió a la casa con posterioridad al asesinato y que despareció un paquete de tabaco marca Chesterfield que estaba sobre un armario de la habitación del joven Rodrigo. ’Sólo él sabía que estaba ahí’, dice el abogado, detallando que primero dijo a los investigadores que fumaba esa marca, y después, en otro interrogatorio señaló que fumaba Lucky Strike. La Policía volvió al piso y descubrió que faltaba el citado paquete de Chesterfield y que habían aparecido otros dos de Lucky detrás del bidé que no habían sido localizados en inspecciones anteriores. ’Lo curioso es que esos dos paquetes no podían estar el día del crimen, ni meses atrás como sostenía Rodrigo, porque la empresa que distribuye el tabaco certificó que habían salido al mercado en la segunda quincena de junio’, expuso Taboada.

Rodrigo Barrio tampoco supo aclarar a su familia ni a la Policía cómo llegó hasta sus manos un anillo que siempre llevaba su madre, y que dijo que había desaparecido de la escena del crimen, y dos llaves del ’Audi’ de su padre. ’Son contradicciones que debe aclarar’, concluye.

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