Melgaço cuenta con uno de los pocos museos que hay en la península dedicado a esta actividad

Un viaje a la memoria del contrabando

El Museo de la Memoria y la Frontera, en la localidad portuguesa de Melgaço, permite al visitante viajar al tiempo en el que la raia era cruzada por miles de personas dedicadas al tráfico ilegal de mercancías. El espacio recoge también la emigración en el régimen salazarista.
‘El contrabando unió durante siglos los pueblos de la frontera y se convirtió en una forma de economía que les ayudaba a sobrevivir en zonas aisladas y sin apenas recursos, salvo la emigración’, explica Angelina Esteves, responsable de los servicios culturales de la Cámara de Melgaço, donde desde hace dos años funciona el primer museo de Portugal 014recientemente se inauguró otro espacio con la misma temática en el Alentejo014 al contrabando y a la emigración.

En sus salas se puede hacer un recorrido por la historia de esta actividad en la que café, cobre y tabaco se fueron alternando para ‘ayudar en las economías familiares’. Entre los objetos que se pueden ver se encuentra un uniforme de la Guardia Fiscal portuguesa, la misma que peinaba las sierras del Alto Minho buscando a los que desafiaban los caminos.

El visitante puede escuchar en las salas voces que narran sus propias historias. El objetivo, según explica Angelina Esteves ‘es hacer un documental en el que los protagonistas cuenten sus recuerdos, tanto de contrabando como emigración’.

El museo, que sólo cierra los lunes, se encuentra en las antiguas instalaciones del matadero de Melgaço. La entrada está presidida por un mapa del municipio, fronterizo con siete gallegos, dos en Pontevedra y cinco en Ourense, señalando las antiguas fronteras de San Gregorio y Ameixoeira, ya en Castro Laboreiro. Noticias de la época sitúan al visitante históricamente, antes de encontrarse con un mostrador de cambio de época, ‘prueba de la importancia económica que el contrabando tuvo en las tierras de la raia’. Todavía en la planta baja se pueden ver objetos, entre los que hay una barca ‘muy parecida a las que usaban para atravesar el río’. Una rampa sirve para transportarnos hasta la emigración, la preparación del viaje ‘que muchas veces utilizaba los mismos caminos del contrabando’, la llegada a los países de acogida y las condiciones de vida de los portugueses en su peregrinar lejos del verdor húmedo de sus montañas.

Para completar este recorrido por la memoria de un pueblo, el Museo de la Memoria y la Frontera incluye un pequeño auditorio donde escuchar relatos verídicos de personas que vivieron del contrabando. Una peripecia vital que el escritor transmontano Miguel Torga recogía en ‘Fronteira’ al escribir ‘De um lado terra; doutro lado terra;/De um lado gente; doutro lado gente;/Lados e filhos desta mesma serra,/ o mesmo céu os olha e os consente’.

De los viñedos al paisaje trashumante

Corazón del Alto Minho portugués y uno de los municipios más septentrionales del país vecino, Melgaço es un permanente contraste de paisajes. Aquí el visitante puede pasar del verdor casi esmeralda de los viñedos del albariño a los agrestes parajes de un granítico Castro Laboreiro, ya en la frontera con la provincia de Ourense. Aquí se pueden encontrar los últimos vestigios de la trashumancia, de la que han surgido poblaciones usadas por los pastores durante las diferentes estaciones del año en sus largas jornadas de soledad con los rebaños.

No muy lejos, por la N-202, en dirección a Lamas de Mouro, se encuentra la puerta de entrada al Parque Nacional Peneda Gerês, joya natural y cultural con poblaciones en las que el tiempo parece detenido hace siglos.

En el camino, puede disfrutarse de la visita al monasterio cisterciense de Fiaes, población en la que también se pueden degustar sus afamados jamones (presuntos) curados con al aire de la sierra.

Otro punto de parada obligatoria es la iglesia de Paderne, a tres kilómetros de la localidad de Melgaço, considerada como uno de los mejores ejemplos del románico tardio de esta basta región portuguesa. Además, el ayuntamiento cuenta con una zona termal en la localidad de Peso. Y para terminar la visita, un pequeño recorrido por el centro de la capitalidad del municipio, donde además de las murallas destaca la plaza central y el paseo del río, paisaje que traslada al visitante a tiempos difíciles para el habitante de estas tierras.



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