Todos tienen en común que fueron construidos entre finales del siglo XIX y principios del XX, que son edificios civiles, unas veces públicos y otras veces privados y, en la mayoría de los casos, edificios desconocidos en su interior para la mayor parte de los orensanos. Se trata en esta serie de destacar la belleza de las vidrieras, digamos, laicas (sin hacer referencia a las abundantes y hermosas vidrieras de algunas iglesias locales) en muchos casos escondidas y ocultas a los ciudadanos.
Las hay en las dos farmacias más antiguas de la ciudad, en viviendas particulares, en edificios que fueron privados y el tiempo los abrió al publico (caso del edificio Junquera, propiedad de Novacaixagalicia). Seis de los edificios, uno ya desaparecido, fueron proyectados por el gran arquitecto Vázquez Gulías, quien demostró su gusto y pasión por estos cristales de hermosos colores y dibujos destinados a decorar y, en algunos casos, dar luz. Las vidrieras, que tuvieron su esplendor con el gótico, vivieron una segunda etapa gloriosa en la arquitectura de la segunda mitad del siglo XIX y primeros años del XX.
Algunas de las que aquí aparecen están muy presentes en la vida cotidiana de los orensanos, caso de los edificios públicos, y otras serán una sorpresa para los lectores.
Algunas son verdaderamente hermosas por sus colores, sus motivos o su tamaño, destacando la del Banco de España, la de la casa de los Junquera o las numerosas de la Fundación Santo Ángel en el barrio del Couto. Algunas llaman la atención por su sencillez y minimalismo, pero todas son, sin duda, muy vistosas. Quiero agradecer a los propietarios y responsables, en el caso de los edificos públicos, su amabilidad al permitir que La Región pueda ofrecer a sus lectores esta visión de las mejores vidrieras orensanas, que irán apareciendo en estas páginas en próximos días.
Algunas de las que aquí aparecen están muy presentes en la vida cotidiana de los orensanos, caso de los edificios públicos, y otras serán una sorpresa para los lectores.
Algunas son verdaderamente hermosas por sus colores, sus motivos o su tamaño, destacando la del Banco de España, la de la casa de los Junquera o las numerosas de la Fundación Santo Ángel en el barrio del Couto. Algunas llaman la atención por su sencillez y minimalismo, pero todas son, sin duda, muy vistosas. Quiero agradecer a los propietarios y responsables, en el caso de los edificos públicos, su amabilidad al permitir que La Región pueda ofrecer a sus lectores esta visión de las mejores vidrieras orensanas, que irán apareciendo en estas páginas en próximos días.
