Más de un millón de personas dieron una calida bienvenida a Francisco en la playa más famosa de Brasil

La 'juventud del papa' se hizo oír con fuerza en Copacabana

El papa besa a un bebé en la plaza de San Joaquín en Río de Janeiro. (Foto: ANTONIO LACERDA)
El pasado jueves, horas antes de la llegada del papa Francisco, todos los accesos de Copacabana fueron bloqueados al tránsito y el metro comenzó a escupir una inmensa multitud que tomó este famoso barrio de Río de Janeiro a los gritos de 'Ésta es la juventud del Papa'. Cuando el pontífice inició su recorrido de papamóvil desde el Fuerte de Copacabana hasta el palco en que saludaría a los jóvenes, los organizadores anunciaron que ya había un millón de personas en la playa más famosa de Brasil.
Pero en ese momento el metro seguía escupiendo grandes grupos de diferentes nacionalidades que se juntaban a los que esperaban desde muy temprano para escoger los mejores lugares y que resistían a la lluvia con capas plásticas. A las seis de la tarde, ya en el gigantesco palco montado en medio de la playa, el pontífice se sorprendió de ver la inmensa multitud que desafiaba un inusual frío en Río de Janeiro para verle y que no dejaba espacios en la playa.

'Ustedes están mostrando que la fe es más fuerte que el frío y la lluvia. Felicitaciones. Ustedes son unos verdaderos guerreros', afirmó Francisco antes de recibir una ovación que se escuchó a lo largo de los cuatro kilómetros de la playa. Fue el primer encuentro multitudinario del pontífice con los cariocas y los 350.000 jóvenes de todo el mundo que se inscribieron formalmente en la Jornada Mundial de la Juventud, que se extiende hasta el domingo, cuando el papa volverá a Copacabana para celebrar una misa campal. A diferencia de una ceremonia religiosa, ese primer encuentro parecía mas una fiesta o un partido al que todos acuden en grupos, con banderas o colores que dejan claro su país de origen, sin disimular la felicidad, y hasta con instrumentos musicales.


CERCA DE FRANCISCO

'Cuando veníamos aquí teníamos la gran ilusión (de ver al papa). Hemos hecho muchas cosas en Brasil que a todos nos han gustado, pero esperábamos este momento con gran alegría', dijo Juan Carlos Navarro, un español que llegó a Río de Janeiro junto con otros doce cordobeses. 'Verlo fue grandioso. Te llenas de emoción y corres y haces todo para poder acercarte, y, como en la playa hay mucha gente, está muy padre', agregó el mexicano Javier Hernández, acompañado por veinte compatriotas. La alegría era palpable ya en el metro, repleto de jóvenes que hablaban entre sí sin conocerse, saludaban la entrada de más personas, cantaban en varios idiomas y no dejaban de repetir 'Ésta es la juventud del papa'.

El clima de confraternidad entre grupos diferentes, que a veces llegaba a parecer clima de coqueteo, se expandió rápidamente por las calles de Copacabana con dirección a la playa, cerradas para los autos pero abiertas para la multitud. Durante toda la tarde el paseo marítimo fue cruzado de lado a lado por extensos cordones de personas tomadas de la mano para no perderse, que guiadas por un líder con la bandera del país que procedían o por un religioso en sotana, buscaban un lugar estratégico para ver el papamóvil o próximo a una de las gigantescas pantallas de televisión que retransmitieron el evento. En medio de esa fiesta los gritos sólo se unificaban al paso de un papamóvil equipado con luces internas para destacar la figura del pontífice o cuando el locutor oficial pedía vivas a Francisco.

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