La “silva do mar”

Una planta con varios frutos.
photo_camera Una planta con varios frutos.
Sus frutos rojos son tóxicos para los humanos pero es alimento para aves

La zarzaparrilla, también conocida en castellano como salsaparrilla,  uva de perro o zarza morisca, y en gallego como alagacao,  alegracampo, bigorda, rigorda, silva do mar o silvamar, viene  denominada científicamente con el nombre de Smilax aspera. Es una  planta arbustiva perenne y trepadora, originaria del oeste de Asia,  norte de África y sur de Europa, perteneciente a la familia de las Esmilacáceas. En Galicia se puede observar en las zonas litorales de  las provincias de A Coruña, Lugo y Pontevedra; no así, por de pronto,  en la de Ourense. Normalmente crece en los bosques, trepando entre el ramaje de los árboles, en los bordes de riachuelos y también  formando parte de matorrales y zarzales, pudiendo cubrir  considerables extensiones de terreno. Soporta bien la sequía. 

Etimológicamente, el nombre genérico smilax proviene del mito  griego de la ninfa Smilax y el joven Crocus. Aunque este mito tiene  varias narraciones, en definitiva siempre se centra en el amor del bello joven hacia la bella ninfa. La inicial atracción mutua, finalizó en tragedia. Crocus, siendo rechazado por Smilax y no pudiendo amarla es transformado por los dioses del Olimpo en una flor y  Smilax en una planta trepadora. El epíteto aspera proviene del latín y  hace referencia a la sensación de áspero que se tiene en contacto con la planta

La zarzaparrilla presenta un rizoma horizontal de varios metros de  longitud, muy ramificado y de color marfileño. Sus tallos son muy  largos, angulosos, delgados, flexibles, ramificados y resistentes;  pueden presentar espinas de color rojizo. Sus hojas, pedunculadas,  alternas, coriáceas, ásperas, brillantes y acorazonadas, terminan en  una punta aguda y presentan los nervios principales bien visibles. De  sus pedúnculos pueden surgir dos zarcillos muy retorcidos. Es una  planta dioica, es decir, unos pies de planta presentan las flores  masculinas y otros la femeninas. Estas flores, pequeñas, desprenden  un aroma dulce y potente que atrae a las abejas. Son de color  amarillo crema y se hallan agrupadas en inflorescencias umbelíferas  terminales o en las axilas de las hojas. Presentan unos tépalos  blancos y 6 estambres las masculinas y un solo pistilo las femeninas. Florece en verano. Sus frutos, unas bayas globosas, carnosas y  brillantes, de color rojo oscuro inicialmente y negro al madurar a principios de otoño, forman racimos. Son tóxicos para los humanos, pudiendo provocar diarreas, vómitos y disminución del número de  glóbulos rojos, motivo este último por el cual en algunas zonas se le conocen también con el nombre de mermasangre. No obstante, es  fuente de alimentación de las aves. En su interior contienen de una a  tres semillas, redondas, lisas, brillantes y anaranjadas.  

La zarzaparrilla fue conocida y utilizada en la medicina desde la  antigüedad. Viene ya citada por Teofrasto, Dioscórides y Epicuro,  entre otros. Consta que en el Hospital de San Roque, de Santiago de  Compostela, fundado en el año 1577 por el arzobispo Francisco  Blanco, se trataban epidemias de bubas y otras enfermedades  venéreas “con preparados de mercurio y tisanas de palo santo,  sandalo y zarzaparrilla”. Aparece, asimismo, en los listados de los  herbarios de las boticas monacales gallegas de San Martín Pinario,  San Julián de Samos y Santa María de Oya, como planta cuyas raíces  entraban a formar parte de jarabes. Asimismo, figura en la relación  del Padre Sarmiento en su Viaje a Galicia en el 1745. De su raíz se  hacían también infusiones. Por contener algunas sustancias químicas,  tales como saponinas, colina y otras sales minerales, la planta se usó  como diurética, sudorífica y, por tanto, adelgazante, ya que combate  la retención de líquidos, facilitando su expulsión y favoreciendo, por  tanto, la eliminación de las toxinas del organismo. Así, además de  producir una sensación de bienestar, ayudaba a corregir el sobrepeso.  Es un suave pero eficaz laxante. Asimismo, se empleó en casos de  artritis reumatoide, artrosis, gota, problemas de la piel, tales como el  acné juvenil, eccemas y psoriasis, afecciones renales y anorexia. En  menor medida como febrífugo y expectorante. Mezclada con otras  plantas ayuda a rebajar la presión arterial y el colesterol. Está  contraindicado su uso en caso de nefritis. 

La zarzaparrilla se puede adquirir en los herbolarios bien en forma de  tintura, gotas, jarabe o cápsulas. Se emplea también en la industria  cosmética y para la elaboración de pesticidas. No obstante, se debe  consumir siempre bajo prescripción médica, evitando dosis elevadas  y tratamientos prolongados. 

De sus raíces se obtiene una bebida refrescante del mismo nombre, la  zarzaparrilla, muy conocida y popular tanto en Europa como en  Estados Unidos, antes de la fabricación de la Coca-Cola. Se utilizaba  en múltiples refrescos y bebidas gaseosas. Uno de los primeros en  nuestro país se elaboró en el municipio valenciano de Ayelo de  Malferit. Fue también famosa la “Zarzaparrilla 1001”, elaborada en  Barcelona. También, combinada con otras especies, se utilizó para  elaborar cerveza de raíces o root beer.  

A principios del siglo XIX los vaqueros y rancheros estadounidenses,  aprendiendo de los pueblos indígenas y de los españoles,  comenzaron a tomarla. En las famosas películas de producción  americana de “indios y vaqueros”, se oía numerosas veces a los  cowboys entrar en el “salón” del pueblo y pedir una zarzaparrilla en  lugar de un whisky. En esos films, el Séptimo de Caballería se  encargaba de matar indios indiscriminadamente. Hollywood  contribuyó decididamente a construir la leyenda de la conquista del  Oeste, en la cual los indios eran los malos y los blancos, encargados  de construir la civilización, los buenos. La leyenda negra de España,  creada por los pueblos anglosajones, se queda solo en eso: leyenda. Un dato significativo es que en Estados Unidos, como consecuencia  del genocidio de los indios americanos solamente queda algo menos  del uno por cien de población de indígenas o mestizos, mientras que  en el resto de América Latina, donde llegaron los españoles y  portugueses, dicha población alcanza niveles que superan el 80 por  cien. 

La Smilax aspera puede confundirse fácilmente con otra trepadora  muy similar, conocida científicamente como Dioscorea comunis o  Tamus communis y en gallego con el nombre de norza moura. Se  diferencian, entre otras cosas, en que el fruto de esta última contiene  seis semillas y no tiene zarcillos.

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