El hongo denominado científicamente Fistulina hepatica es inconfundible tanto por su color rojo sangre intenso como por su forma semicircular, de abanico, lengua o riñón, y con el aspecto de un hígado. Se encuentra distribuido en Asia, Australia, Europa y Norteamérica, y pertenece a la familia de las Fistulináceas. En castellano es conocido con los nombres de bistec, hígado de buey o lengua de buey, y en gallego como fígado, lingua de boi o lingua de vaca. Es un hongo parásito que crece, solo o en grupo, adosado lateralmente a tocones o a troncos viejos de árboles de bosques latifoliados, como alcornoques, castaños, encinas y robles, especialmente desde mediados de verano hasta finales de otoño, alimentándose de la madera viva o en descomposición, la cual suele ser teñida del mismo color del hongo.
Su nombre genérico procede del latín fístula, que significa “tubo pequeño”. Su epíteto tiene su origen en el vocablo, también latino, hepar que significa “hígado”, en referencia a su semejanza con la víscera del hígado y a la consistencia de su carne.
Es una especie fácilmente identificable. Su sombrero, carnoso y de la forma ya descrita, presenta una cutícula de color rosa anaranjada e incluso rojo sangre o marrón ferruginosa, viscosa y gelatinosa, que con la edad puede volverse oscura y rugosa y separable del sombrero. Ésta segrega un jugo de color rojizo que a veces gotea por el margen. El mencionado sombrero alcanza de 10 a 20 centímetros de diámetro pudiendo llegar incluso a los 30, con un espesor de 7 u 8 centímetros, aunque puede lograr dimensiones mucho más grandes. El pié es muy corto y rudimentario, casi imperceptible, pudiendo considerarse como una prolongación del sombrero. En la parte inferior de éste, llamada himeneo o parte fértil, no tiene láminas pero sí una masa de tubos estrechos, cilíndricos y cortos, no soldados entre ellos y por tanto separables. Se abren al exterior mediante unos poros pequeños y redondos. En principio son amarillos y más tarde adquieren una coloración rosada debido a las esporas ovoidales y lisas contenidas en los esporangios.
De joven es un excelente comestible. Su carne es blanda, veteada y fibrosa, pero con la edad se vuelve coriácea o leñosa. Cuando se corta su color va cambiando al rojo oscuro y sucesivamente al marrón oscuro. Se puede consumir crudo, cortado en láminas pequeñas y finas en ensaladas, relleno al horno o también cocinado como si se tratase de un filete de carne. En Galicia también suele prepararse encebollada. Para estos usos culinarios es conveniente remover previamente su superficie viscosa, remojarlo bien en agua o escaldarlo para eliminar el ácido tánico, responsable de su sabor ácido o agridulce con un retrogusto amargo. Su olor es suave, prácticamente imperceptible y no fácilmente definible, sin embargo, durante la cocción puede desprender un molesto e intenso tufo. Su consumo excesivo puede causar digestiones pesadas.
Desde el punto de vista médico presenta cierta actividad anticancerígena y antioxidante. Es, asimismo, un hongo rico en vitamina C. Viene usado en la industria para teñir maderas. Es, también, un hongo ecológicamente beneficioso ya que acelera el proceso de descomposición de la madera, beneficiando a los bosques.
Como nota curiosa, decir que se han encontrado ejemplares de más de dos metros de longitud.