Sucumbir a los encantos de la montaña ourensana es fácil para todos aquellos que la visitan y deciden adentrarse en sus numerosas rutas gozando a cada paso de los paisajes que ofrece este techo de Galicia.
La magia del verano se deja ver en la Estación de Montaña Manzaneda, mostrando un aspecto diferente del que la mayoría está acostumbrado a inmaginar cuando se refiere a esta parte de la provincia. El manto blanco es sustituido por senderos que trasladan al caminante a remansos de tranquilidad en donde el silencio solo se rompe por el cantar de los pájaros o por el baile que el viento origina en las ramas de sus árboles.
Manzaneda aparece viva, palpitando y respirando, transformándose a cada paso que el senderista da, invitándole a conocerla y mimarla.
La naturaleza es la auténtica protagonista envolviendo esta montaña y ofreciendo un sinfín de actividades que disfrutar, un gran reclamo acompañado de la mejor gastronomía.
Así este pequeño paraíso, a sus 1.778 metros, deja ante los ojos de quien lo visita panorámicas infinitas hasta alcalzar las montañas de Trevinca, Ancares, Quiroga e incluso parte del Geoparque del Courel, esto todo desde las rutas encaminadas hacia el concello de Manzaneda.
Sus encantados paisajes también ayudan a sumergirse en el pasado de estas tierras, cruzando sus valles glaciares, su campamento romano y sus casi en desuso curros, a través de senderos de diferentes trazados y dificultades para descubrir en profundidad la montaña descendiendo por sus rutas que parten desde las instalaciones de la estación hacia el propio pueblo de Manzaneda.
Todo este territorio ofrece un enriquecedor contacto con el medio pudiendo disfrutar en familia, amenas rutas o paseos en bicicleta, y para los más atrevidos y experimentados, con senderos de mayor dificultad por zonas más abruptas y escarpadas de sus picudas Aguilladas, o lugares mágicos como la aldea abandonada de Prada.
La inmensidad de Penedo dos Lobos
Saliendo desde la propia estación, los primeros kilómetros transcurren por una pista forestal compartiendo recorrido con la ruta dos Curros, ambas señalizadas. Para alcanzar la cima, la senda se desvía a la izquierda del camino, próximo a los restos del campamento romano.
Tradición en la ruta dos Curros
El camino asciende en zig-zag hasta el vértice geodésico de la montaña. Esta es una pronunciada subida, pero por una cómoda pista. Desde ahí comienza un suave descenso señalizado hasta los curros, gozando de increíbles vistas y conociendo la tradición del pastoreo.
La magia de los Valles Glaciares
Esta ruta ambiental llega desde la cima de la estación hasta la aldea abandonada de Prada, en el concello de Manzaneda, recorriendo gran parte de la Serra de Queixa. Sus caminos se internan en el corazón de una alta montaña repleta de espectaculares vistas, siguiendo las huellas del pasado.
El Castiñeiro de Pumbariños
Un paseo circular desde Manzaneda muestra el bien histórico de la muralla de Manzaneda continuando hasta el monumento natural de Souto Rozavales y Castiñeiro de Pumbariños, regresando posteriormente por la proximidad del majestuoso Rebolo da Pena, para rematar nuevamente en Manzaneda.