Los escolares del colegio público Otero Pedrayo, de Viloira (O Barco), ya pueden quedarse a comer en el recinto educativo. Ayer fueron inauguradas las nuevas instalaciones, que les evitarán desplazarse hasta el edificio de la Casa Grande, una de cuyas salas había sido acondicionada como comedor.
Presidió el acto inaugural el secretario territorial de la Xunta, Luis Menor, que fue acompañado por la jefa provincial de la Consellería de Cultura, Educación e Ordenación Universitaria, Mercedes Gallego. No estuvieron en Viloira el delegado en Ourense, Rogelio Martínez, ni el alcalde barquense, Alfredo García. Pero sí acudieron muchas de las personas que tuvieron algo que ver en la historia del centro. Una de ellas fue Dolores Nóvoa Alonso, profesora cuando el colegio abrió sus puertas, hace más de 40 años. Después de 44 años de labor educativa, ayer realizó un breve repaso de una trayectoria profesional que comenzó en Reporicelo, una aldea de O Barco que ya no existe y que la llevó por la escuela rural barquense de Soulecín antes de entrar en el colegio de Viloira. Casada con un maestro del colegio Julio Gurriarán, el fallecido Joaquín Rodríguez, ayer hablaba con orgullo de una labor educativa que ahora continúa su hija, Ana, también profesora del Otero Pedrayo.
Dolores Nóvoa no fue la única profesora aludida por la directora del colegio, Remedios Arias, durante su discurso, en el que también habló de sus antecesores en el cargo de dirección y de presidentes de la asociación de padres. La rondalla formada por los alumnos del colegio cerró el acto.
Tras las obras realizadas, el bajo del edificio lo ocupan el gimnasio y el comedor escolar, estando repartido el espacio de la planta superior entre la biblioteca, las aulas de música y de lengua portuguesa, así como dos despachos, costando la obra 630.000 euros.
Dolores Nóvoa no fue la única profesora aludida por la directora del colegio, Remedios Arias, durante su discurso, en el que también habló de sus antecesores en el cargo de dirección y de presidentes de la asociación de padres. La rondalla formada por los alumnos del colegio cerró el acto.
Tras las obras realizadas, el bajo del edificio lo ocupan el gimnasio y el comedor escolar, estando repartido el espacio de la planta superior entre la biblioteca, las aulas de música y de lengua portuguesa, así como dos despachos, costando la obra 630.000 euros.
