Intrépida María

Intrépida María (Foto: Xoán Baltar)
La autora narra la dura historia de una niña de la calle y que sólo lució una sonrisa duradera el día que lo dejó todo para siempre.
Intrépida María nació dos meses antes de lo previsto y en el peor momento de la crisis económica. Su madre la bautizó con ese nombre porque sentía que le venía una muchacha fuerte, pero sobre todo, porque esperaba que de ese modo nunca le faltase el valor y el coraje necesarios para afrontar la miserable vida que le dejaba como legado. De despedida le regaló los ojos verdes de su abuela y la dejó a cargo de su hermana mayor.

Pasó la infancia recorriendo las calles pidiendo limosna y la adolescencia la perdió parada en una esquina fingiendo saber más que el resto.

A los 20 años, Intrépida María tenía el corazón arrugado y los ojos se le ahogaban bajo los párpados. La vida se le pasó sin más, le duró poco y le dejó la boca seca de tanto tabaco y alcohol. Luchó con fuerza más días de los que descansó y del amor, el placer y la ilusión... De esas, esas mejor ni mencionar.

No tuvo ningún hijo porque a la primera falta visitaba a una mujer anciana y áspera que, por un precio razonable, ayudaba en silencio y sin reproches.

Un día, de repente, todo el coraje y la valentía que la mantenían viva se le desbordaron en un salto al vacío. Intrépida María murió sonriente, con los ojos abiertos, verdes y brillantes.

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