De que se fala

Disciplina positiva

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La Disciplina Positiva es un modelo educativo que promueve relaciones de respeto y responsabilidad en el ámbito educativo, familiar e incluso laboral. Este modelo, desarrollado en los años 80 por las Psicólogas Jane Nelsen y Lynn Lott, se basa en las ideas de Alfred Adler y su discípulo Rudolf Dreikurs. En referencia al ámbito educativo y familiar, ya a principios del siglo pasado no solo se centraron en la formación de talleres para padres/madres y docentes para conseguir una sociedad mejor, sino que también pusieron el foco en la necesidad de colaborar familias y colegio para mejorar la educación. Una sociedad mejor es posible a través de la educación. 

Este modelo defiende que la clave de la educación se basa en el respeto, con una actitud de forma firme y afectiva para crear un vínculo emocional que propicia el buen comportamiento y favorece el desarrollo en todos los niveles. Así, la Disciplina Positiva ofrece a las familias y docentes herramientas que les permiten educar desde el respeto mutuo. Donde las reglas se aplican con firmeza y amabilidad, pero no incluye ni el control excesivo ni la permisividad. Así, la Disciplina Positiva se caracteriza por enseñar habilidades sociales, emocionales y cognitivas. En este sentido, nos ayuda a entender el comportamiento y abordarlo de forma afectiva, pero sin perder el respeto y la firmeza (que no tiene nada que ver con el miedo y la humillación).

La Asociación Disciplina Positiva España ofrece información y formación sobre este modelo educativo que ha demostrado mejorar las relaciones en el ámbito educativo y familiar. Los fundamentos principales de la Disciplina Positiva se basan en:

1. Fomentar la conexión emocional (empatizar para hacerles protagonistas y creer en ellos).

2. Fijar objetivos alcanzables (motivar y potenciar la autonomía y la autoestima es prioritario).

3. Establecer acuerdos a través del diálogo (escucha activa).

4. Destacar lo positivo (nos centramos demasiado en el error y sin darnos cuenta fomentamos la creencia de que no son capaces).

5. Ser guía y ejemplo (autosuficientes, resolutivos y estables a nivel emocional).

6. Reconocer los motivos por lo que actúan de esa manera (cometemos el error de intentar cambiar solamente el comportamiento a través del castigo).

7. Tener una actitud optimista (lenguaje positivo y un tono agradable y motivador).  

Las familias y los docentes queremos educar personas seguras de sí mismas, justas, coherentes y que aprendan de sus errores. Pero, solo los que nos atrevemos a educar sabemos la complejidad que conlleva porque hay que responder a una amplia variedad de situaciones (ningún niño/a es igual) a un ritmo demasiado alto para todos. No es una tarea sencilla, pero si queremos mejorar su calidad de vida, a corto y a largo plazo, podemos tener en cuenta las siguientes indicaciones. 

Disciplina positiva en el aula

La relación entre docente y estudiante se basada en el respeto mutuo, abogando por comprender comportamientos, teniendo en cuenta emociones y capacidades. Así, los estudiantes de las aulas en las que se aplica la disciplina positiva se caracterizan por 3 aspectos fundamentales: 1. Nunca son ridiculizados por sus errores, 2. Colaboran con el profesorado y sus compañeros/as y 3. Desarrollan un sentimiento de conexión. Además, es muy importante dedicar tiempo a conocer al alumnado y establecer una relación de confianza y tener claro que es necesario individualizar la educación, no todos los alumnos/as necesitan lo mismo, cada estudiante es único.

El docente tiene un papel clave para transformar el aula en un espacio de cooperación con un ambiente de estimulación y confianza. Podemos partir de: fijar límites y acordar normas, motivar al alumnado, utilizar tarjetas de reconocimiento de sus compromisos y avances, escuchar activamente, enfocarse en el proceso de aprendizaje más que en el resultado final, corregir en privado, potenciar las metodologías activas, desarrollar la inteligencia emocional, potenciar habilidades comunicativas y centrarnos en los puntos fuertes de cada estudiante. 

Disciplina positiva en casa

Para poder educar lo primero es cuidarse a uno mismo, sin bienestar emocional y mental es imposible cuidar bien a otros. Cuando un miembro adulto de la familia está agotado o nervioso no puede ayudar a regular las emociones de los más pequeños. Por ello, lo primero es cuidarse a uno mismo (muchas veces olvidado) y después podemos: establecer normas entre todos los miembros de la familia, utilizar siempre buenas formas y evitar los gritos y las imposiciones, potenciar la escucha activa y dialogar todos los días, establecer rutinas, dedicar tiempo de calidad a nuestros hijos/as, colaborar en las tareas del hogar, fomentar la empatía, reconocer pequeños logros y hablar en positivo. Podemos acompañar estas indicaciones con carteles que ayudan a interiorizar y recordar los acuerdos y logros familiares. 

10 beneficios de la disciplina positiva

El modelo requiere mucha energía y constancia, pero merece la pena. Numerosos estudios demuestran que: 

1.Mejora el comportamiento, la motivación y el compromiso.

2. Crea un clima seguro, respetuoso, positivo y más conectado con el entorno.

3. Promueve la responsabilidad.

4. Disminuye conductas de riesgo social.

5. Mejora la autoestima y el autocontrol.

6. Aumenta el rendimiento académico.

7. Fortalece la capacidad resolutiva.

8. Fomenta la cooperación.

9. Favorece las relaciones creando mayor conexión entre los estudiantes.

10. Desarrolla habilidades para la resolución de conflictos.

Para concluir, estos niños/as serán más felices, mejores adultos y la sociedad será más respetuosa.

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