Cartas al director

La compasión

“Si vis pace, para bellum (Si quieres la paz, prepárate para la guerra)”, decían los romanos.


Parece ser que el par compasión-odio sigue instalado en las relaciones humanas. Y, vista la realidad mundial actual, va para rato -irrumpió mi amigo René, dando pie a mis reflexiones, tras salir del agua para tomar el sol sobre la hierba y filosofar un poco-. 

-La cuestión candente, colega, creo que sería: ¿Qué hacemos, individuos y países? Ciñéndonos, en concreto, a los dos desastres bélicos actuales –Ucrania y Gaza-?, ¿constatamos la amplísima variedad de posiciones al respecto, desde el desinterés (diría que mayoritario) al activismo comprometido, dando la razón a unos u otros de los actores bélicos? Estas son algunas de las expresiones más oídas al respecto: A mí, me basta que gane mi equipo de fútbol en tal o tal torneo. Yo ya tengo bastantes preocupaciones. Eso de la guerra y los muertos a causa de ella ha sido siempre así. Otros hablan de genocidio, violación de derechos humanos, de Cortes judiciales internacionales por delitos de guerra, de comprometer a individuos y naciones en pro de la paz ¡ya!…Hay de todo, como en botica. Pero los muertos no merman.

No me resisto a citar frases relevantes de autores consagrados: “Cuanto más amo a la Humanidad en general, tanto menos amo a los hombres en particular. Me vuelvo enemigo de la gente en cuanto la tengo cerca” (Dostoyevski). “Debemos ser buscadores de contextos” (Lapoveski). “Lo único que puede cambiar a la persona es únicamente el amor”, afirma Paulo Coelho. Yo me conformaría con la compasión. Ian Poppé, historiador judío, avisa de que la Biblia establece una clara diferencia entre judaísmo y Sionismo. Ben-Gurion, fundador del Estado israelí, mostraba frecuente desprecio por los campesinos palestinos, y decía que no tenían nada que ver con ellos. Ayelet Shaked, ministra israelí de Justicia, hablaba de la necesidad de exterminar a las familias palestinas. Se olvidaba de que Palestina ha sido su patria por casi veinte siglos.

En la esquina opuesta del ring, vemos a Karen Armstrong, premio princesa de Asturias en Ciencias Sociales (2017) y experta en las tres religiones monoteistas, admitir tergiversaciones en la línea misericordiosa -elemento común a todas las religiones- de Yavhé, en relación a la base mitológica de la fundación del Estado de Israel en 1948.

Y ya en nuestros lares, durante la Guerra Civil española, el cardenal Segura, (1931) se expresaba así: “Que la ira de Dios caiga sobre España si la República persevera”. El General F. Franco, jefe de los rebeldes, afirmaba: “No hay redención sin sangre, y bendita mil veces la sangre que nos ha traído nuestra redención”. Así de tajantes (y de bárbaros), éstos, y muchos más, manifestaban el odio a sus hermanos connacionales.

Que los dioses otorguen a los humanos que los pensantes sensatos –aún quedan- no se conviertan en especie en peligro de extinción. ¡La compasión los necesita, y mucho!