Cartas al director

La pasión por la lectura

Suelen ser muy cautas las comisiones constituidas a la hora de motivar los premios. Las alabanzas a Emilio Ledó, premio Princesa de Asturias, en su reciente galardón no son una excepción. Además de excepcional comunicador es sobre todo un educador. Para ello, su compromiso con el lenguaje, con la lectura y con la libertad de las personas.

En su opinión, la “joya” con la que cuentan los seres humanos es el lenguaje, y sobre todo, el lenguaje escrito. “Los libros son mis amigos, mis compañeros”. “Creo que hay que despertar el amor a los libros. Por eso he odiado siempre el asignaturismo, me parece una monstruosidad”.  Comenzó su primera clase de Filosofía en la Universidad de Barcelona preguntándonos a los alumnos como queríamos trabajar, cómo preferíamos que fueran las clases. Copiar apuntes le parecía una patología de la enseñanza, una enfermedad crónica. Apoya cualquier iniciativa que anime la lectura. Veía en la lectura la posibilidad de romper la soledad de nuestros problemas particulares, en el prodigio que nos permite dialogar con Galdós, Mann, Proust, Aristóteles, Cervantes. Frente a la cultura de la imagen apuesta por transmitir la pasión por la lectura para construir una ideología propia que posibilite ampliar los horizontes en las aulas.

A D. Emilio la vida le ha hecho ser tolerante. Hijo de un militar que perdió la guerra, emigrado a Alemania para estudiar filosofía, aprendió esa asignatura tan difícil de la comprensión y de la tolerancia. Como Camus, puede decir: “El sol que reinó sobre mi infancia me privó de todo resentimiento”. Es “maestro” sin proponérselo, pero los que los hemos tenido como profesor le seguimos mirando como tal. Nos enseña a mirar los conflictos con mirada limpia de prejuicios. Él nos enseñó que la filosofía es un compromiso con la justicia, la sabiduría, la comunicación, la palabra, la lectura y las personas.