Opinión

Entre Mitrovic y Gintvainis jugaron a hacer magia

El primer cuarto, de pachanga de patio de colegio. El Club Ourense Baloncesto fue superior. Sin excusas y con argumentos. El Huesca no estuvo en la pista ourensana hasta que el lituano Gintvainis la pisó. Entró en silencio y con cara de niño. Logró acaparar la atención de todo el Pazo.

No quedó nadie indiferente. La esconde, participa, rebotea, anota, ordena en defensa y lidera en ataque. Un mago que tiene un control absoluto sobre su espectáculo. ¿Mitrovic? Todo lo contrario. Se mueve por emociones y cuando nota no sabemos qué, es imparable. Es un mago 'callejero'. Sale del bloqueo, un pasito hacia afuera y 'chof'. Y así hasta cuatro veces cuando el COB más lo necesitaba. Tras el descanso.

Uno lituano, el otro bosnio. Uno rubio, el otro moreno. Uno con tatuaje, el otro sin ninguno.Uno lidera, el otro son destellos.Pero los dos con las manos remangadas, para demostrarle al público que en su baloncesto no hay truco. Ni magia. Es real. 

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