Opinión

Finlandia, en la OTAN y a la derecha

Los finlandeses, curtidos por los fríos de las nieves y el calor de las saunas son poco proclives al entusiasmo. Diríamos que son neutros y después de la Segunda Guerra Mundial y las violentas escaramuzas con Rusia eran el ejemplo de la neutralidad en el paisaje político internacional. Ahora todo ha cambiado, desde que Rusia invadió Ucrania, la primera ministra socialdemócrata Sanna Marin llamó a las puertas de la OTAN para pedir refugio con el apoyo casi unánime de los cinco millones de finlandeses. Y contra la costumbre, Finlandia entró al sprint en la organización. Desde hace unos días, su bandera se une a las treinta que ya pertenecían a la Organización. Un cheque de seguridad frente a las tentaciones rusas, país con el que comparte 1.300 kilómetros de fronteras. Contra lo que podría pensarse, el hecho de entrar en la OTAN estuvo ausente de los debates y los mítines de la reciente campaña electoral. Ni siquiera la primera ministra, Sanna Marin la invocó. Sanna es una política joven, 37 años, bella y burbujeante como el champagne recién abierto. Es la política más popular de país. Su juventud, belleza y desparpajo la avalan. Está al frente de un gobierno de centro izquierda desde diciembre de 2,019. Los analistas que la daban como ganadora el pasado domingo 2 de abril se equivocaron. La popularidad no siempre es un aval para el éxito. El partido ganador el pasado domingo, fue la Coalición Conservadora, liderada por Petteri Orpo con el 20,8% de los votos y 48 escaños en “el Eduskunta” parlamento finlandés de 200 diputados, muy lejos de la mayoría. que requiera 100.

Petteri Orpo lidera el Partido Conservador desde 2016, fue ministro de agricultura e Interior en el gobierno dirigido por el centrista, Juha Sipilä, siendo nombrado ministro de Finanzas en 2017, cargo que detentó hasta 2019 y desde donde gestionó una política de austeridad severa.

Orpo es un político oscuro, sin proyección en el panorama internacional, en contraste con la actual dirigente socialdemócrata. Centró su campaña en la economía, centrándose en la creciente deuda pública y en la inflación galopante. Prometió bajar la deuda pública reduciendo los servicios sociales. Curiosamente, su partido creció el 3,6% en votos y en 8 escaños. La noche del domingo, al saberse ganador, proclamó: “Mi prioridad es la economía. Relanzaré la economía de nuestro país” Se refirió también a la polarización de los partidos durante la campaña y prometió trabajar para restablecer la confianza entre las fuerzas políticas. También prometió formar un gobierno de sólida mayoría. No le será tan fácil, sobre el papel parece muy complicado.

El segundo partido en estas elecciones fue el nacionalista partido de los finlandeses, situado en la gama de los partidos ultraconservadores que obtuvo el 20,1% de los votos y 46 escaños. En tercera posición se situaron los socialdemócratas de Sanna Marin con el 19,9% de los votos y 43 escaños. Según los politólogos que siguen los avatares sociopolíticos del país, Petteri Orpo para convertirse en primer ministro a través de complejas negociaciones. Sin duda el partido prioritario para comenzar a hablar será el de los Finlandeses, la formación de fuerte perfume nacionalista creada en 1995 y que acaba de obtener en las últimas elecciones el mejor resultado de su historia. Hicieron una magnifica campaña en las redes sociales, también con tribuyó mucho al éxito, la popularidad de su líder, Riikka Purra, una mujer brillante de 45 años. Los Conservadores ya gobernaron con los nacionalistas Finlandeses durante tres años, del 2015 a 2019. Aunque el actual partido de Riikka Purra se parece muy poco al que gobernó entonces. En 2017, tomó el poder el ala más radical y fundamentalista produciendo una tumultuosa escisión. Sus dirigentes, entre ellos, el fundador Timo Soini, se despidieron y alumbraron una nueva formación. Se llamaba Porvenir Azul, hoy desaparecida.

Bajo la dirección neurasténica de Halla-aho (condenado por incitacióan al odio) y ahora con Riika Purra, el partido se radicalizó, dando un volantazo hacia la derecha en materia económica. En la época de Timo Soini, el partido estaba muy cercano a las tesis social demócratas, en los temas económicos y sociales. No cabe duda que los dos paridos tienen varios puntos sobre los que pueden entenderse, pero hay temas importantes donde el dialogo constructivo será muy difícil, entre esos temas están: la cooperación europea, la política migratoria y la mucha contra el cambio climático.

Si llegan a un acudo, tendrán que conseguir que se incorpore a la futura coalición una tercera fuerza política para llegar a los 100 escaños. Sanna Marin aceptó la derrota antes de que terminara el escrutinio, no parece que tenga intención de articular una coalición para gobernar, mas bien lo contrario. Lo dejo claro al manifestar: “Nuestro trabajo va a continuar, pero de un Manera muy distinta”.

Los grandes perdedores de las elecciones fueron la Liga Verde que obtuvo solamente el 7% frente a los 11,49 % obtenidos en las de hace cuatro años. Los Centristas también bajaron, pero sin duda serán un socio preferente para formar gobierno con los Conservadores y los Finlandeses.

La casualidad quiso que en el amplio muro de las casualidades coincidieran dos acontecimientos importantes para Finlandia. Por un lado, unas elecciones generales que provocan un cambio de gobierno y por el otro, un giro histórico en la política de seguridad finlandesa, que pasa de ser un país no alineado a convertirse en el miembro 31 de la OTAN. Una variable sustantiva. 

Suecia también estaba entre los aspirantes, pero los vetos de Turquía y Hungría, de momento, se lo impidieron. Sucedió todo lo contrario a los designios de Putin. Invadió Ucrania para alejar a la OTAN de sus fronteras y la realidad indica que los países que la rodean tocan desesperadamente a las puertas de la Alianza para pedir la entrada buscando un escudo protector frente a las amenazas de Putin. Finlandia aporta a la OTAN un ejército con 180.000 efectivos.

Te puede interesar