Opinión

Temor a una posible victoria de Trump

El expresidente de Estados Unidos Donald Trump.
photo_camera El expresidente de Estados Unidos Donald Trump.
En las últimas semanas, su verborrea es más agresiva, va desgranando ideas cada vez más precisas

A menos de un año de las elecciones presidenciales norteamericanas, desde hace varias semanas proliferan los artículos, los análisis, las profecías y los temores de una posible segunda administración Trump. Hay miedo a que nos encontremos ante los últimos meses del final de la democracia en los Estados Unidos, tal como la conocemos ahora. Hay un miedo unánime a que el desconcertante presidente regrese con un espíritu vengativo. El director de la revista Atlantic, Jeffrey Goldberg, dedica uno de sus últimos números a analizar los planes destructivos del veterano mandatario. Según el semanario, la posible victoria de Trump significa una amenaza existencial para la democracia americana. Por su parte, Liz Cheney, excongresista por Wyoming ha gritado: “Los Estados Unidos avanzan como un sonámbulo hacia la dictadura”. Hace unos días, el halcón ultraconservador, Robert Kagan. publicaba una columna en el Washington Post donde decía: “la dictadura Trump, no será una tiranía comunista y nadie sentirá la opresión de ver que su vida se sienta remodelada por ella.” Y continúa: “En las tiranías liberales conservadoras, las personas corrientes, verán algunas de sus libertades limitadas, y las sentirán como un control solo aquellas personas que consideran la libertad como un bien supremo, algo que no atañe a las mayorías”.

Según las encuestas, de momento poco fiables. Donald Trump va en cabeza entre sus adversarios del campo republicano y el electorado de ese partido le sigue en sus más enloquecidos vaivenes, diga lo que diga y haga lo que haga. El mismo Trump ya lo dijo en una ocasión, al afirmar: “Mis seguidores me seguirán votando aunque me vean asesinar con mis propias a una persona en la Quinta Avenida de nueva York”. Otras de sus afirmaciones provocan un escándalo pasajero, después se olvida. Sobre las mujeres ha dicho verdaderas barbaridades, afirmaciones que despedían un perfume de un machismo primitivo y montaraz, como cuando dijo, sin que se le llenara la boca de vergüenza, “Puedo coger a las mujeres del sexo y no pasa nada”. No dijo sexo, dijo otra palabra más gruesa que no me atrevo a escribir.

Por parte de los demócratas, el presidente Joe Biden ha dejado entrever que se presentará si lo hace Trump, porque no se le puede dejar ganar. La pregunta es ¿está Biden en condiciones de frenarle? Son muchas las dudas, la fragilidad del presidente salta a la vista. Se le ve desorientado, despistado, con una fragilidad de cristal.

Según una amplia información del New York Times el equipo de Trump tiene preparada una batería completa de medidas para frenar y controlar la emigración y además ligan la emigración a la seguridad, la estrella de sus propuestas es la militarización de su frontera con México, poner en marcha amplios campos de retención para los sin papeles, eliminar la obtención de la ciudadanía americana de manera automática por el hecho de nacer en Estados Unidos siendo hijos de emigrantes, los traficantes de drogas serán condenados a muerte como ocurre en la China de Xi Jinping.

Los sentimientos de revancha y de venganza que ha venido rumiando estos años contra Biden, tratará de llevarlos a la práctica. Sigue sin reconocer la victoria del presidente y proclama que fue víctima de un fraude. Cualquier cosa, antes que reconocer la derrota. En el blanco de su venganza están todos los que a lo largo de estos tiempos se opusieron a sus acusaciones imaginarias. Especialmente magistrados, fiscales y policías federales que participaron en sus procesos y condenas. Tratará de utilizar contra Biden los mismos instrumentos federales que el presidente utilizó contra él. Esta actitud la proclama a través de sus diversos altavoces. Está elaborando una estrategia para preparar psicológicamente a la opinión pública para el día después de ganar las elecciones, en caso de que las gane. Ajustará cuentas con quienes piensa y cree que le han traicionado.

En la Convención política de los Conservadores, proclamó alto y claro su ideario: “Yo soy vuestro guerrero, yo soy vuestra justicia. Y contra aquellos que os han lesionado y traicionado, yo soy vuestra venganza. En las ultimas semanas, su verborrea es más agresiva, va desgranando planteamientos cada vez más precisos. Los emigrantes para él son el ácido que envenena la sangre del país. Los considera ladrones y traficantes de droga. A los jueces que le procesan, les considera unos locos y comunistas. Trump, incluso llega a decir que había que ejecutar por traición al antiguo jefe del Estado Mayor, general Mark Milley.

En una reunión con veteranos, Trump ha dicho sin cortarse un pelo: “Os prometo erradicar a los comunistas, a los marxistas, a los fascistas y a todos los miembros de la izquierda radical que viven como termitas voraces en los más lejanos confines de nuestro país, que mienten, roban y adulteran elecciones”.

Según el presidente Joe Biden: “El lenguaje de Trump en como un eco del utilizado en la Alemania nazi de los años 1930”.

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